martes, 23 de diciembre de 2014

Tiempo en las redes del tiempo

Ya puedes seguirme en Twitter: @MontalbanAutora.

Estoy acostumbrándome a la idea desde que, el 19 de septiembre, Chema Nieto me habló de lo necesario que es entrar en el circuito. Me habló de la “marca personal” y de la inmediatez. Yo cabeceé, risueña. Aquel día estaba escribiendo, para mi blog, el comentario de un concierto de hacía tres meses: el Concierto de Graduación del curso pasado. Suelo perseguir emociones, pero nunca me he destacado por correr tras la actualidad. Mi teléfono no tiene memoria para ninguna red y mi ordenador es cualquier cosa menos inmediato. Por mí, nada de prisas. Acerté una pregunta de Twitter acerca del autor de un lienzo del que se nos mostraba una parte (un zapato de un cuadro de Madrazo) tiempo después de que hubieran publicado el resultado. ¡Soy el colmo de los colmos!

Le he oído decir a Eduard Punset en alguna entrevista que las redes sociales son herramientas muy útiles para mantener nuestra mente ocupada y que no se nos atrofie el pensamiento... Pienso en aquellas palabras (o en algunas parecidas) cada vez que abro Twitter y me paseo, en un momento, por el Museo del Prado, el Instituto Cervantes o la Biblioteca Nacional. Virtualmente, la red es una entrada a miles de museos y de conciertos; un periódico en el que solamente lees las secciones que te interesan.



A principios de curso, cuando Chema Nieto me hablaba de la vida en titulares, yo me reía de nuevo. ¿Que no me pase de 140 caracteres?, ¿yo? Rara es la entrada de mi blog de menos de tres folios…

Pues bien, resulta que también me gusta escribir versos huérfanos; máximas mínimas... Lo que importa es que rebosen emoción. Acabo de ver un anuncio en la tele en el que una mujer madura nos vende un seguro médico con una idea que comparto: aunque sólo sea para disfrutar de ciertas obras musicales, vale la pena cuidarse, dice… Me da un poco de rabia que el mercado explote nuestras emociones, pero los publicistas saben lo que se hacen. Tú cómprame la burra, que la felicidad te la regalo yo… En fin… ¿No se le habrá ocurrido a esa señora patrocinar orquestas?


Hace unos días leí en el blog de Punset que ya hay un mapa que representa gráficamente las emociones humanas. ¿Surgirán muchos exploradores del territorio de lo emocional? ¿Con ánimo de lucro?... No sé. Espero que el arte nos salve; algo así dijo Álex Schnieper, el director de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio “Rodolfo Halffter” en su presentación del Concierto de Navidad, pero hablaré de ese delicioso Concierto mañana o me pasaré mucho de los tres folios. Hoy quiero recordar brevemente otros eventos anteriores a los que he tenido la suerte de asistir en este primer trimestre que termina.


EL ALFA Y EL OMEGA DEL HALFFTER unió entre sus intérpretes a los alumnos más recientes y a los más veteranos del Conservatorio “Rodolfo Halffter”, de Móstoles: la Orquesta de Enseñanzas Elementales y la Asociación de Antiguos Alumnos, dirigidas respectivamente por María Dolores Encina y por Juan Manuel Saiz Rodrigo.  Ambas agrupaciones participaron en octubre en dos encuentros musicales distintos, pero de signo igualmente entrañable. El concierto del día 10 se celebró en el Teatro del Bosque y el día 24 (que fue un Concierto Solidario con la Asociación Accede a Respiro), en el Centro Cultural Villa de Móstoles.


Recuerdo la expectación en torno a la Orquesta Infantil en el estreno mundial de la obra Caleidoscopio, del compositor Pablo J. Berlanga. Siento debilidad por esa Orquesta, y no porque yo sea un poco… “madraza”, sino precisamente por la fuerza con que trabajan sus músicos. Me conmueve que tengan tantas tablas y tan poca edad. No me extraña que Pablo les mime componiendo para ellos obras tan buenas. Caleidoscopio es, de nuevo, una pieza preciosa. Recuerdo la alegría que me inspiró. Ternura alborotada. Me pareció escuchar el estrépito del mercado de la obra “Del amor y otros demonios”, de García Márquez; solo que más feliz. No sé por qué, pero me imaginé a la gitana Esmeralda bailoteando en algún zoco, con cascabeles en los tobillos.

En realidad, quien bailó y tocó las castañuelas en el Villa de Móstoles, con la Orquesta de Antiguos Alumnos (y deliciosamente, por cierto), fue la bailarina Nuria Pomares. Me resultó emocionante ver cómo su cuerpo absorbía la música del ambiente y la llevaba con él por donde quería, con aquella elegancia que parecía embellecer y agrandar el escenario…


El 6 de noviembre asistí al concierto CONOCER TE APASIONARÁ, ofrecido por la Asociación de Antiguos Alumnos en el Teatro del Bosque. Juan Manuel siguió facilitándonos la comprensión de la buena música y haciéndonos partícipes de sus elementos básicos… Aquel día, nos presentó obras de Boccherini, Luciano Berio, Joaquín Rodrigo, Sibelius y Guridi. Nos describió el Madrid de Boccherini. Nos habló de los soldados; si venían o se alejaban por las calles de Madrid… A mí, además, Boccherini me hizo pensar en barcos, y eso me gusta. Creo que mis hijos lo escucharon por primera vez en la banda sonora de Master & Commander y quedaron fascinados.

Aquella lluviosa noche de noviembre aplaudí especialmente el 2º Movimiento del Concierto de Aranjuez, interpretado por el guitarrista Pablo Romero Luis… ¡Qué maravilla!


Hablando con propiedad, las maravillas estaban en el cuento de hadas El Cascanueces, de Tchaikovski. Para su representación colaboraron tres Conservatorios: el Real Conservatorio “Mariemma” y la Escuela “Rojas y Rodríguez” pusieron la Danza, con la dirección artística de África Paniagua; el “Rodolfo Halffter” puso la Música (la Orquesta Sinfónica y el Coro), dirigida por Alexandre Schnieper en ambos casos.


Como no puedo ofrecerles ninguna fotografía de “El Cascanueces”, les mostraré “Susurros en el ensayo”. Bailarinas del “Rojas y Rodríguez” que retraté en el Auditorio del “Rodolfo Halffter” durante un descanso del ensayo del Concierto de Primavera de hace dos años.

Tantos ensayos, tantas actuaciones, tantos alumnos como han participado en “El Cascanueces” (170)… Todos ellos han tenido mucho mérito. Que unos chiquillos, estudiantes todavía, se hayan atrevido con la representación entera de una obra tan complicada es todo un reto. ¡Qué locura! El estreno tuvo que ser durísimo para unos alumnos en época de exámenes y para los profesores de otras materias. Afortunadamente, el resultado fue hermoso. Valió la pena el esfuerzo. Me alegro de haber podido aplaudir con ganas sus escenas maravillosas; bellas danzas de Laura Plaza, Aaron Venegas, Ángel Rojas o Valerie Gómez de Cádiz; una música limpia y bien ejecutada; unos escenarios muy bellos y oníricos… Enhorabuena.


Y, por fin, otro de los eventos que tenía todavía en el tintero… en el teclado… fue el CONCIERTO DE CLAUSURA DEL II ENCUENTRO DE DIRECCIÓN MUSICAL impartido por Enrique García Asensio. Se celebró el 8 de este mes en la Parroquia de Nuestra Señora del Pilar de Víznar (Granada). Yo pasé unos días preciosos correteando por la Alhambra mientras mi hijo participaba en el curso de Dirección de Orquestas. Granada es una de las ciudades más bonitas de España. No me despegué de la máquina de fotos.



Coincidí con alumnos del Curso en algunas comidas. Durante aquellas sobremesas descubrí la adoración de Enrique García Asensio por uno de los Maestros que tuvo su juventud. La admiración con que lo nombra continuamente está justificadísima, puesto que se trata del gran Sergiu Celividache. Lo importante es que, al hablar de sus inicios, García Asensio transmite un cariño conmovedor por Celividache; tan conmovedor como el que empieza a notarse ya por García Asensio entre algunos de los jóvenes asistentes al curso de Víznar.

El broche de mi aventura fue el concierto del que hablaba, organizado por la Asociación de Amigos de la Música de Víznar.


El Ensamble de Viento del Conservatorio Profesional “Ángel Barrios”, de Granada, interpretó el Octeto Óp. 103 de Beethoven y de la Serenata K. 388 de Mozart. Cada Movimiento estuvo dirigido por alguno de los alumnos del Maestro García Asensio.  El resultado fue un encuentro gratificante; cálido, a pesar del frío helador que hacía en la iglesia. Lo que había escrito entre las líneas del pentagrama (además de las obras) era el futuro de aquellos jóvenes directores de orquesta.




Y aquí tengo que despedirme, porque llevo más de 8000 caracteres… ¿Ven lo que les decía de los tres folios? Otro día reviviré mis últimas presentaciones de “Palabras Mayores” y el CONCIERTO DE NAVIDAD; hasta entonces, les deseo que el Hada del Azúcar les alegre las fiestas.

Más fotos del encuentro de Dirección de Orquesta en Víznar


























Viene del artículo "Tiempo en las redes del tiempo"

Más fotos de conciertos del primer trimestre





































































































































Viene del artículo "Tiempo en las redes del tiempo"

lunes, 22 de diciembre de 2014

Contar es lo que cuenta

(Viene de atrás)

Y hablando de lentitud y de tareas pendientes, entre mis lagunas de fin de año, quiero subsanar el silencio que había guardado respecto a las dos últimas presentaciones de mi novela “Palabras Mayores”…




También hubo música en ambos actos. Como ya anuncié en mi Página de facebook, el piano sonó en Navalagamella, a mediados de noviembre. Mi hijo, Andrés Poncela, tocó la Sonata 466 en Fa Menor de Scarlatti y un Preludio del Clave Bien Temperado en Sol Mayor, de Bach.


El periodista José Manuel Ribeiro Feliú organizó el acto a modo de diálogo. Me sentí muy cómoda hablando con él sobre mi novela. Recuerdo también con satisfacción mi charla con Dani, un niño de Getafe que había entre el público. Estaba tan admirado por la música de Andrés, que sospecho que, no tardando mucho, se hará pianista.


La semana siguiente, sonaron violines en LA LIBRE DE BARRIO.


Es una acogedora librería de Leganés que recibió con aplausos los preciosos dúos de Lúa Míguez y de mi otro hijo, Daniel Poncela.

… Bueno, la Libre no es sólo una librería, es también un café, una sala de exposiciones, un lugar de encuentro donde tomarse algo y construir otro mundo mientras charlamos sobre este, alrededor de la camilla.

Con este montaje fotográfico felicité al Museo del Prado en su 195 aniversario,
poco después de hacerme de Twitter: @MontalbanAutora

Yo ya había estado en la Libre otras veces; la última, en la presentación de la novela “Alguien dice tu nombre”, del gran García Montero.

Ignacio Rodríguez, de ViveLibro, Luis García Montero y Carmen Montalbán

Aquella tarde, además de hablar de “Palabras mayores”, escuchamos dulces y afinados dúos de Mazas para Violín. También oímos cantar a Lúa, que tiene una voz cristalina. Ella y mi hijo han sido alumnos de la misma profesora en el Conservatorio de Móstoles: María Dolores Encina, a quien está dedicada mi novela.


Presentó el libro uno de los libreros asociados en La Libre: mi amigo Teodoro Paciencia Moreno. Dijo cosas muy hermosas de la historia y me comparó con autores magníficos: García Márquez, Juan Rulfo, Miguel Torga… 

Recuerdo la experiencia con una emoción cálida, hogareña, acentuada aún más por el chaparrón que estaba cayendo en la calle. Hacía un tiempo de perros mientras nosotros hablábamos plácidamente de Aguado (la aldea hundida en lo más profundo de mi novela, al fondo de ese lago en el que nada duerme).


Por pura coincidencia, las familias de dos de los asistentes al acto procedían de pueblos que sucumbieron bajo las aguas de alguna presa, en el pasado

n mi novela hay un agradecimiento para
José María Iribarren, en cuyo magnífico ensayo, El porqué de los dichos, se ha inspirado y documentado. Mi novela está plagada de dichos que hablan de los dichos. En Navalagamella y en Leganés conté uno que suele referir mi madre y que (salvo en mi novela) no se ha recogido, todavía, en ningún diccionario de este tipo… eso creo: ¡Ya estamos aquí todos, ángeles divinos!
Aunque ellos no habían vivido directamente el desalojo de sus poblaciones, sino a través de los relatos de sus padres o abuelos, comprendieron bien que, cuando un pueblo se hunde, sus habitantes pierden la raíz. 
Así había intentado yo pintar a mis personajes: en un ambiente ondulante, como huérfanos de ciénaga o fantasmas del camino… Han tirado la piedra y han escondido la mano. He hundido Aguado por eso: no sólo para que ustedes sientan las cosas más hondamente, sino para que ellos arrojen sus cadáveres. Los trapos sucios salen a flote en cada capítulo, cuando caen en las redes del tiempo.

¿Y qué mejor momento para regresar a lo antiguo que ahora, cuando estoy aprendiendo a moverme en las redes sociales? Aquel día, en la libre, hablé del fondo turbio y misterioso en que se forman las leyendas; ésas que crecen como bolas de nieve desde el mismo momento en que empiezan a rodar de unos labios a otros.

“¡Ya estamos aquí todos, ángeles divinos!” forma parte de una anécdota que circulaba antaño por la Siberia Extremeña. Habla de un hombre de pocos estudios que se compra un burro en la feria y que se arma tal lío con el importe que, luego, durante mucho tiempo, todo el pueblo le pregunta por el trato, para burlarse de sus cuentas… El hombre está harto de tener que detallar sus regateos delante de unos y otros, hasta que encuentra la manera de contarles su aventura a todos los habitantes de la aldea a la vez…

Si queréis saber cómo se las arregló al final, leed mi novela.



Ahora solamente puedo decir que el móvil de mis personajes para que vayan formando esa cadena de muertes es, precisamente, la palabra. Da igual que le busquemos apellido a una niña (otra vez, protagonista mexicana) o denominación para un vino español, lo importante es nuestro modo de llamar a las cosas… 

Como decía el otro, las palabras pinchan, cortan, embisten, envenenan o matan de risa… Es la literatura de la vida la que me empuja a soltar, aquí y en mi novela, una verdad como un puño: lo que cuenta es contar.