Pisamos el Rodolfo Halffter
por primera vez hace nueve años. Andrés
venía agarrado a una de mis manos; de la otra, mi hijo Daniel y, detrás, a mi espalda, el violín de tres
cuartos y la mochila con la merienda. Habíamos llegado en Metro, como si
viniéramos de una odisea. El cordón desatado de las zapatillas de Dani había
quedado atrapado en la escalera mecánica y habíamos tenido que pelear duro para
librarnos de su voracidad. Llegamos sudando al Conservatorio. La señora a quien
preguntamos por la Calle de Canarias
nos había paseado por donde no era. Con todo, aquel día, el Rodolfo Halffter abrió sus puertas de
par en par al maravilloso mundo al que mis hijos se estaban asomando,
boquiabiertos.
Andrés se graduó el
viernes pasado, nueve años después de aquel día. Nueve años (de 18) es media vida. Son nueve
años que él y su hermano (que, Dios mediante, se graduará en Violín el año
próximo, con los de su Promoción) han pasado en el Conservatorio de Móstoles,
rodeados de gente valiosísima.
Los graduados
El silencio que yo
he mantenido casi medio curso era necesario para ir adaptando el ánimo al
cambio que se avecina. Ni siquiera había contado nada del Concierto de Primavera, dirigido por Alex
Schieper, o de otros en los que mi hijo, Daniel Poncela, ha sido
Concertino de la Orquesta Sinfónica este año. El que os dejo más abajo fue un acto muy emotivo, y un
gran éxito. Magníficos los solistas (los violonchelistas Aldo Mata y Eduardo del Río y la joven pianista Laura Ballestrino).
El hecho de que me
acuerde del Concierto de Primavera
cuando ya ha empezado el verano no es raro en mí. Aún tengo la sensación de que suena la
flauta del otoño pasado. Para ofreceros tan a destiempo una jugosa primavera, es
posible que no baste con enchufar a Vivaldi entre visillos que vuelan. “¡Vaya
un vicio que tienen las estaciones de llegar por sorpresa! A ver si fuera
posible hacer primavera con esa golondrina solitaria que no hace verano”,
pensé, calladita… “O con la que sea”...
Tampoco os había
contado nada del Acto de Despedida de
Segundo Jiménez; uno de los primeros profesores (de Guitarra) y organizadores del
Conservatorio, su director durante mucho tiempo. Me arriesgué a aparecer en aquel homenaje porque yo no conocía a
Segundo. No había implicación emocional en mi caso, aunque se veía que él era
muy querido por varios profesores que conozco. Todos se emocionaban y reían recordando
sus anécdotas. Me alegré de haber asistido a un adiós tan feliz. Era una
despedida por jubilación de una persona alegre y dicharachera; y el acto fue
jubiloso, efectivamente…
Porque, además, la
orquesta de Enseñanzas Elementales tocaría “Divertimento”,
la última obra de Pablo J.
Berlanga (que, precisamente, está dedicada a Segundo), y a cuyo estreno, en Murcia, yo no había podido asistir. Es una
pieza para cuerda, piano a cuatro manos, flautas, oboes, clarinete, fagot y
percusión, lo que ha obligado a la Orquesta Infantil a seguir creciendo. Me
resultó una extraña y divertida preciosidad; me parecía, a la vez, épica y
dulce; como el heroico momento vital de un ejército de ratoncitos en una
película de animación. Algo así como Lucifer contra los amigos de La Cenicienta…
Perdóname, Pablo, por la fantasía, pero escuchar tu obra valió la pena, aunque yo
no hubiese imaginado nada. Segundo la disfrutó como un niño; así como las
piezas (a Guitarra) de sus alumnos y ex alumnos.
El homenajeado no
hablaba de descanso ni de penas; hablaba de proyectos. Le escuché bromear,
sonriendo yo también. En aquel instante pensé que, tal vez, no viene mal callar
de cuando en cuando, pero que el mío era un silencio a muchas voces que me
tenía por dentro congelada; un silencio que había que romper, aún a riesgo de
llorar entre los adioses de la Graduación de Andrés.
En más de una
sobremesa hemos citado las dulces
palabras del director del Conservatorio, Mateo
Lorente, evocando a su primera profesora de Música.
Aquellos sentimientos
de Mateo pueden identificarse perfectamente con los de Andrés hacia Aránzazu Urteaga. Sé el especial
cariño que él sentirá siempre por Arancha, su primera profesora de Piano. Ha sido una estupenda educadora, además
de una persona de dulce trato que siempre ha comprendido y defendido a Andrés,
humana y profesionalmente. La técnica que le ha enseñado y la psicología con
que lo ha hecho se han transformado en confianza hacia ella, en gratitud, y en
amor a la música. Ahora, gracias a Arancha, el Piano de mi hijo tiene el
corazón y la fuerza suficientes como para poder conquistar el cielo…
Por descontado que
Andrés también apreciará siempre a su tutor, Mateo. Mi hijo alude a su seriedad,
su simpatía y su gran formación con una sonrisa en los labios. “Lumière” canta
muy bien. Su personalidad es abierta y creativa. Es un buen embajador del
Conservatorio, allá donde le lleven sus orquestas. Culto, lector, poeta, el rey
de los discursos, y tan buen pianista como buena persona.
También me consta
(y comparto) el cariño de mi hijo por María
Dolores Encina que, sin ser su profesora, le acogió muchos años como Pianista de la Orquesta de
Enseñanzas Elementales, a la que nunca me he cansado de elogiar en este
blog. Ella fue la primera profesora de violín de Dani. Lola. Casi le tengo borrado el nombre. En la etiqueta "Concierto" veréis que en estos años no he parado de hablar de ella y de esos chiquillos a los que lleva bajo el ala, con energía y con mimo. Si Lola usara batuta, lanzaría música a modo de varita mágica.
Andrés siente asimismo un gran aprecio por Eduardo del Río y sus grupos de Cámara; Por Pablo Berlanga y sus magníficas composiciones; entre otras, el Concierto para piano y orquesta de cuerda infantil en 5 movimientos que Andrés estrenó en el Paraninfo del Conservatorio Profesional de Música “Ramón Garay”, de Jaén y que tocó después en Móstoles en varias ocasiones…
Pero, quizás, uno de los profesores que más le han influido como músico, y al que profesa una admiración especial, es Vicente Sempere; el responsable de que Andrés haya descubierto su vocación de compositor. Gracias a él, mis hijos ven el fondo de la música y disfrutan de su juego estimulante. Es como si Vicente les hubiese abierto los ojos para que entiendan lo que parece inexplicable. Sempere ha puesto en sus manos el elemento creador; las normas de esa gramática universal que hace poesía del sonido. Ahora, si se lo proponen, pueden lograr que la música se abra salidas al mar.
En fin, que, aunque me calle, hoy también es más
fácil para mí alimentar mi caldero de alquimista y dejarles aquí algún aroma
del pulóver verde de la Primavera. Abriles
robados; mayos que marcean; marzos que
mayean… ¿Tienes que primaverear precisamente ahora que empieza el verano? ¡Pues
venga, primaverea! Esto es un puchero en tonillo mayor. “Lo único que esta
receta no admite son lágrimas grises”, suspiro, aflojando el delantal de
fresas. Mi madre llora de
risa cuando cuenta la historia de aquel escorpión que la picó en el chozo del
tío Antonio, siendo niña. Eso mismo voy a hacer yo: si lloro, será de risa, y con
lágrimas brillantes. Empiezo ya a estar harta de tanto estreñimiento emocional;
así que, ahorita mismo, empiezo a echar en el caldero estrellas que tiritan; patinetes
prestados; algo épico; algo lírico; un
vasito de luz (de los de agua) y medio de sombra (de los de vino); risillas
en flor; amores eternos; el resplandor azul de una naranja…
Creo que decidí romper el silencio después de pasarme
la tarde charlando con los míos sobre una anécdota familiar en la que hemos
gastado desde ayer muchos WhatsApp y mucha saliva. Es nuestro Trending Topic
casero. Hasta entonces, la única víctima de un alacrán a quien yo conocía era
mi madre. Os cuento. Ayer, al mediodía, otro escorpión picó a mi hermana. Ella
no estaba en un chozo del campo, sino descongelando una nevera. Metió la mano
en el congelador de mamá y, desde la cubitera, todavía helado a medias, un
escorpión estiró su aguijón hacia la mano que se le acercaba. Perdóname el
cuento, hermanita; se te pasará. Mamá y tú os habéis reído más que nadie con la
hibernación y con los alacranes congelados por la ciencia… ¡Qué fiesta!... ¿Cómo
llegó hasta ahí? ¿Y cómo aguantó, helado, por lo menos, las dos semanas que madre ha estado fuera? Un
cubito de hielo lo atrapó con más fuerza que la que emplearía una escalera del
Metro para arrebatarte la zapatilla…
Con las llamadas que hice o respondí ayer, descubrí
las ganas que tenía de volver a hablar largamente… con quien sea. En cuanto al
bicho, se acabó de deshelar en un frasco de cristal; por cuyo círculo sagrado
paseaba tan tranquilo al poco rato,
dejando un rastro líquido en el culo del tarro.
Pongamos las cosas en claro para que nadie se confunda
con mi risa: por muy rotas que tenga las esquinas, la primavera es un viento
grandioso que siento en las orejas cuando tocan mis hijos. Tengo que darles las
gracias a sus profesores por permitir que yo pueda disfrutar de su Música (lo
que espero que siga ocurriendo en el futuro, estemos donde estemos). Sé que muchos de sus profesores seguirán a su
lado, para siempre, y eso es algo que yo no me callaría nunca. ¡Gracias a
todos!
¡Qué emocionante fue escuchar el estreno de la última
obra compuesta por Andrés (que él mismo dirigió) en el acto de Graduación. Su “Quinteto para Flauta y Cuerdas” es una pieza
hermosa, delicada, impresionista...
"Quinteto para flauta y cuerdas", de Andrés Poncela
—La música de mis hijos y de sus compañeros ha llenado mi caldero de alegría. Como Bécquer dijo de otra forma, en habiendo liras, y en estando ellos, habrá primavera.
¡Qué mundo tan raro! Este blog hiberna… Lo que
importa es que Andrés y Daniel pisaron el lugarito de la Música hace nueve
años, con muchas ganas, una sanísima curiosidad y paso firme, a pesar de traer
los cordones mordidos por aquella rabiosa escalera.
Mateo Lorente, Andrés Poncela y Aránzazu Fernández Castelló, concejal delegada de Educación y Juventud
8 comentarios:
Enhorabuena a Andrés. Qué gozada de crónica o relato o lo que sea que has hecho, Carmen. Un abrazo desde esta tierra que os espera. Suerte para Daniel. ¡Dos músicos en casa, vaya lujo!
¡A veranear!
Roberto
Gracias, Roberto. Tampoco yo sé decir qué ha salido, porque tenía que decir muchas cosas. Es una maravilla sentir que me espera Asturias, aunque este año se hace difícil el veraneo (por eso primavereo). Abrazos a Guadamía y a todo lo que contiene... menos a los tiburones y los peces escorpión (esto es para disuadir a los turistas).
¿ Y yo a quién le doy la enhorabuena?...¿a Daniel?, sin duda porque lo he visto abrazarse cariñosamente a aquel violín,que agradecido le correspondía con unos deliciosos sonidos, en aquella tarde veraniega de Cuerres.¿A Andres?, por supuesto, yo no he tenido el placer de escucharle en directo, pero ya me lo voy imaginando, con solo verle en la foto dirigiendo un "Quinteto para flauta y cuerdas".Dos "guajes" (como decimos por aquí), que ya han "avisado" que van en serio.Y a Eduardo ¿le damos la enhorabuena?,pues claro, pero no solo por ser el padre no, yo estoy seguro que él les ha empujado lo que ha podido para llevarles aquí, donde están ya disfrutando con su música.¿Y a Carmen?, lo siento pero es mi favorita, es la madre que hace magia con las palabras, que te envuelve picarescamente con ellas y te hace sonreír mientras sigues leyendo.A esta mi Carmen, que se me antoja en este momento con los ojos humedecidos, no por las "tonterías" que yo escribo, pero si porque le recuerda a su Asturias, a su Cuerres del alma y quizá a ese culín de sidra que ahora vendría bien.¡felicidades para todos chicos!, sois geniales.
En lo de los ojos humedecidos, tienes razón, Félix. Te damos las gracias los cuatro por estas palabras tan amorosas. ¿Sabes lo que ha dicho Dani al acabar de leerlas?: "Vosotros tendríais que vivir en Cuerres, obligatoriamente". La verdad es que Asturias no solo es un lugar hermoso, es un grupo de amigos magníficos. ¡Saludos a la Peña!
Carmen no pongo cara a tu voz pero no importa porque la música de tus palabras han llenado de alegría mi corazón y el ritmo bien trabado de tus frases suenan en mis oídos " cuasi una canzonetta", haciendo que tu persona y el mundo musical que te envuelve ( tus hijos,mis compañeros profesores admirables..) tomen forma ,color sonido..
Me gusta leer que vives la música con alegría, con júbilo. .esa ha sido siempre una constante en mi vida como profesor. Mis alumnos me recuerdan por por muchas cosas pero tengo un latiguillo que con mucha frecuencia lo escuchaban en clase, " el PRELUDIO =juego musical, es el pórtico de la FUGA" , y no existe juego sin alborozo,sin creatividad,sin esfuerzo.
Gracias de nuevo Carmen por tus palabras ,sin vosotros los padres que pacientemente acompañais a vuestros hijos en el maravilloso viaje de su aprendizaje, este invento del Conservatorio no sería posible. Los profesores siempre estaremos en deuda con vosotros. Los alumnos hacen grandes a los profesores
Un abrazo
Segundo
Gracias a ti, Segundo. Me encantan tus palabras, y me alegran. Interesante esa frase que dices, "El preludio es le pórtico de la fuga". Que tengas unas vacaciones fantásticas y que continúes siempre con tus proyectos. Abrazos.
Gracias por traerme hasta tu blog, poco a poco iré conociéndolo.
Un abrazo.
HD
Gracias a ti, Humberto. Saludos.
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