Apéndice II de “El informe de Carmen Montalbán”, acerca de la novela “El informe de Brodeck”, de Philippe Claudel
1) Llegada del Anderer. 13 de mayo. Llega por la carretera de la frontera, a caballo y muy cargado, pero no vende nada ni se ha extraviado. Desde la guerra, es la única persona que visita el pueblo. Es un personaje curiosísimo: parece fuera del tiempo, el espacio y la gravedad y llama por su nombre a su yegua y a su asno (el señor Sócrates y la señorita Julia).
2) Acto en su honor. 10 de junio. Se organiza para darle la bienvenida y averiguar algo sobre él. El Anderer escucha sonriente el discurso del alcalde, da las gracias y se inclina ceremoniosamente, pero no se presenta. La gente sigue sin saber cómo se llama, de dónde viene ni a qué.
3) Desconfianza en aumento. A medida que se prolonga su estancia en el pueblo, su silencio cada vez da más que hablar. Brodeck charla con él por primera vez el 10 de julio. El Anderer se confiesa amante de los paisajes y los retratos, y le pregunta el nombre de las cimas. Brodeck se las nombra ─no son ningún secreto─ para que él las anote en su cuaderno, pero eso le trae problemas con los lugareños desconfiados, que no paran de darle vueltas a lo que pueda estar tramando el Anderer.
4) Hecatombe de los dibujos. 24 de agosto. El Anderer convoca en la taberna a los hombres del pueblo para hacerles un homenaje mostrándoles sus retratos y sus paisajes. Invita a beber a todo el mundo. Los retratados, ya borrachos, no se gustan. Se ven a sí mismos ─lo que son y lo que han hecho─ y, bramando como animales, rompen los dibujos en mil pedazos.
5) Salvajada contra las bestias. 3 de septiembre. Alguien quiere darle a entender al Anderer que debe marcharse y, para conseguirlo, paradójicamente, comete una salvajada contra su yegua y contra su asno. Las muestras de dolor del Anderer hielan la sangre. Pero, salvo a él, esa crueldad no escandaliza a nadie. Se llega a decir que sus animales sólo podían ser criaturas del diablo y, como tal, empieza a temerse al dueño; sobre todo, después de la puesta de sol, cuando sale a chillar “¡Asesinos!” ante todas las puertas.
6) VI Ereigniës. Comienzos del otoño. Brodeck llega a la fonda por mantequilla y comprende que esos 40 hombres, a los que conoce desde hace años, acaban de matar al Anderer. Con la ira, la vergüenza y el miedo en el rostro, resultan más feos que una horda de bárbaros.
1) Llegada del Anderer. 13 de mayo. Llega por la carretera de la frontera, a caballo y muy cargado, pero no vende nada ni se ha extraviado. Desde la guerra, es la única persona que visita el pueblo. Es un personaje curiosísimo: parece fuera del tiempo, el espacio y la gravedad y llama por su nombre a su yegua y a su asno (el señor Sócrates y la señorita Julia).
2) Acto en su honor. 10 de junio. Se organiza para darle la bienvenida y averiguar algo sobre él. El Anderer escucha sonriente el discurso del alcalde, da las gracias y se inclina ceremoniosamente, pero no se presenta. La gente sigue sin saber cómo se llama, de dónde viene ni a qué.
3) Desconfianza en aumento. A medida que se prolonga su estancia en el pueblo, su silencio cada vez da más que hablar. Brodeck charla con él por primera vez el 10 de julio. El Anderer se confiesa amante de los paisajes y los retratos, y le pregunta el nombre de las cimas. Brodeck se las nombra ─no son ningún secreto─ para que él las anote en su cuaderno, pero eso le trae problemas con los lugareños desconfiados, que no paran de darle vueltas a lo que pueda estar tramando el Anderer.
4) Hecatombe de los dibujos. 24 de agosto. El Anderer convoca en la taberna a los hombres del pueblo para hacerles un homenaje mostrándoles sus retratos y sus paisajes. Invita a beber a todo el mundo. Los retratados, ya borrachos, no se gustan. Se ven a sí mismos ─lo que son y lo que han hecho─ y, bramando como animales, rompen los dibujos en mil pedazos.
5) Salvajada contra las bestias. 3 de septiembre. Alguien quiere darle a entender al Anderer que debe marcharse y, para conseguirlo, paradójicamente, comete una salvajada contra su yegua y contra su asno. Las muestras de dolor del Anderer hielan la sangre. Pero, salvo a él, esa crueldad no escandaliza a nadie. Se llega a decir que sus animales sólo podían ser criaturas del diablo y, como tal, empieza a temerse al dueño; sobre todo, después de la puesta de sol, cuando sale a chillar “¡Asesinos!” ante todas las puertas.
6) VI Ereigniës. Comienzos del otoño. Brodeck llega a la fonda por mantequilla y comprende que esos 40 hombres, a los que conoce desde hace años, acaban de matar al Anderer. Con la ira, la vergüenza y el miedo en el rostro, resultan más feos que una horda de bárbaros.
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