viernes, 28 de junio de 2013

Intercambio de piano: ADOLFO SALAZAR en el RODOLFO HALFFTER

No puedo decir mucho de un concierto de piano en el que tantos niños y niñas (21 en total) de edades tan diferentes interpretaron piezas de tantos autores y épocas. Si le echan un vistazo al programa, entenderán que buscar un hilo conductor para narrarles mis impresiones de aquel encuentro sería pedirme demasiado, puesto que tendría que hablar de impresiones distintas según el intérprete y la obra que cada cual ofreció.
 

 
Sin embargo, sí hubo un pensamiento mío que se repitió escuchando a cada uno de esos jóvenes pianistas (algunos, jovencísimos) de ambos Conservatorios (el Adolfo Salazar y el Rodolfo Halffter): eran todos muy buenos. El nivel musical me pareció homogéneo, sin que ninguno desmereciera del conjunto de sus compañeros. Esta es la razón, supongo, por la que el concierto resultó tan agradable.
 

“Caricia”. Foto: Carmen Montalbán
La música de esos chicos y chicas me acarició los oídos y dejó en el aire buenas vibraciones. Las noté en el aperitivo que la AMPA del Rodolfo Halffter ofreció después. Había ganas de charlar unos con otros y de repartir felicitaciones. Todos estaban contentos: los profesores, los alumnos, el púbico, yo...

miércoles, 26 de junio de 2013

Concierto de PRIMAVERA en el Teatro del Bosque

Teniendo en cuenta que me propongo hablar del Concierto de Primavera del Conservatorio Profesional de Música Rodolfo Halffter unos días después de iniciarse el verano, pensé que redactar esta entrada iba ser difícil para mí. “Demasiados conciertos en pocos días”, pensé. Desconfiaba de mi memoria porque, además, éste se celebró en el Teatro del Bosque, que no permitió sacar fotografías (con las que yo suelo invocar tantos recuerdos en otras ocasiones).

 
 
Alexandre Schnieper. Foto: Carmen Montalbán

Si el programa me ayuda a recordar, encontraré con qué ilustrar mi artículo”, susurré abriendo ya mis archivos de imagen. Buscaba alguna fotografía anterior o posterior de Alexandre Schnieper, que dirigió el concierto, y de los solistas, Eduardo del Río y Roberto Lerma… Eso, sonreí para mí, no lo había olvidado.

 

Saqué el programa del cajón. Estaba del revés, así que lo leí de abajo arriba.

El evento terminó de un modo muy primaveral. La  Banda Sinfónica del Rodolfo Halffter había interpretado Expedition, un emocionante poema sinfónico del compositor contemporáneo Oscar Navarro. Fue la primera vez que lo oí. Me gustó, me acuerdo, porque ese tipo de música –igual que la primavera– resucita el espíritu aventurero. Se compuso, al parecer, para ilustrar un viaje al corazón de la Antártida; de modo que transmite la osadía necesaria para hacerme sentir pionera en una inmensa llanura de hielo.
Tengamos en cuenta que, cuando sonó esta obra, yo ya venía de otro planeta. De otros. La Orquesta Sinfónica del Rodolfo Halffter había interpretado Marte y Júpiter, de Los planetas de G. Holst. Son piezas muy imaginativas… y de una dificultad enorme, supongo, para los músicos. En cualquier caso, los siete planetas –dicen– son las siete influencias del destino en nuestro espíritu; y estos dos consiguieron influir en el mío, ¡cómo olvidar eso!
 
Con mayor satisfacción, si cabe (y sin necesidad de evocarlo mirando el programa), recuerdo el Concierto para trompa y orquesta en mi bemol mayor K. 447 de Mozart, con que la Orquesta Sinfónica acabó la primera parte. La trompa solista estuvo a cargo de Roberto Lerma Barrero, alumno del conservatorio que se ha graduado este año con el Premio Especial de Fin de Carrera.

 

Roberto Lerma. Foto: Carmen Montalbán
Roberto sacó un sonido exquisito, cálido y bello, que fue muy aclamado. Obtuvo un gran éxito que espero que sea el primero de muchos en el Grado Superior que va a comenzar.

Y, ya, para empezar una primavera que acabó antes de asomar, uno de los magníficos solistas ya consolidados  del Rodolfo Halffter: Eduardo del Río Robles. Él es profesor de Chelo, un intérprete en activo; un músico de primera fila. Cuando Eduardo aparece en el programa, sé muy bien que voy a disfrutar de buena música. En este caso (acompañado por la Orquesta Sinfónica), interpretó el Concierto para violonchelo y orquesta Op. 104 de A. Dvorak) y me dejó, como siempre, maravillada de oír algo tan bonito. Eduardo del Río es sutil y limpísimo en sus sonidos, y consigue que, tras su música, se quede flotando en la sala una especie de recogimiento alegre; recogimiento del que sólo salimos tras un silencio, para gritar ¡Bravo!

Eduardo del Río. Foto: Carmen Montalbán
A Eduardo, a Roberto, a Alex y a la Orquesta y Banda Sinfónicas del Rodolfo Halffter, gracias por dejarnos la primavera aquí, donde se quedará hasta mucho después de que acabe el verano.

viernes, 21 de junio de 2013

Concierto didáctico de piano (título al final)

Mi hijo Andrés estudió La catedral sumergida de Debussy al mismo tiempo que yo revisaba Palabras mayores, una novela que terminé hace tiempo. Él iba a participar en un Concierto Didáctico –El piano a través de la historia  y yo quería enviar a una editorial más mi manuscrito. Me encerré en otra habitación, para no distraerme con el rumor del piano; aun así, trabajé como envuelta en su bruma (…A ese piano le pasa lo mismo que al océano: me habla de algo muy grande incluso aunque su voz no sea más que un susurro que me llegue de lejos). Yo soy de muy adentro, pero el mar abre brechas: me concentro mejor con marea alta. Aquellas olas de impresionismo que rompían en los muros de mi cuarto hacían más y mayores mis palabras. Tal era la crecida de mis letras, que ni  se me ocurrió buscarles coincidencias con las notas en que Andrés fondeaba.  

“La catedral sumergida”, pensé, pero no quedé anclada en la idea de que también mi iglesia estaba hundida. Palabras mayores transcurre en un pueblo imaginario, Aguado, que acabó sus días al fondo de un pantano imaginario, tras la construcción de una presa. La campana de su iglesia dobló hasta quedar cubierta por el agua, en el último instante… dobló incluso mucho después, pues fue un asunto más sonado que la campana de Huesca. Digo esto porque mi obra, además de contar una historia que no viene a cuento ahora, habla de diversas leyendas de la tradición oral (de esas cosas que dicen que decía el otro) y de un pasado que pervive en lo más hondo del presente; un pasado que todavía resuena (si es usted un editor, esta obra aún está disponible… ya, aprovecho).

En fin que, mientras La catedral sumergida de Debussy emergía en mi salón –de los dedos de mi hijo–, me hundí cómodamente en Aguado, sin que me importase demasiado el porqué de esa fluidez que también me traía entre manos yo. Tenía la encarnizada voluntad de crear algo moderno con dichos y palabras que regresan de atrás, con eco renovado. Tanto me empeciné en este propósito, que lo que me costó un esfuerzo imprevisto fue hacer que se callasen las campanas de mi imaginación antes de acompañar a Andrés al concierto didáctico.

En realidad, se trataba de dos conciertos con el mismo programa; uno a las 10 y otro a las 12:30. Los organizaba el Departamento de Piano del Conservatorio Rodolfo Halffter. No estaba claro que yo pudiera asistir a ninguno de los dos, porque este tipo de eventos se organizan para grupos (el de por la mañana para el Grupo Amás y el Colegio Público de Leganés Andrés Segovia; y el de mediodía para el CEIP de Leganés Miguel Delibes y el Manuela Malasaña, de Fuenlabrada). Por fortuna, esta madre, que pasó por allí como al descuido, a ver si se colaba, lo logró, pues había tres o cuatro asientos libres. Aranzazu Urteaga, la tutora de mi hijo, y Julia Osca, la profesora que se encargó de convertir en didácticos ambos encuentros, me invitaron a quedarme.

Julia Osca. Foto: Carmen Montalbán

Presencié un concierto muy bonito y muy bien interpretado. Lo dieron siete alumnos del Conservatorio: Sergio Jiménez (Sonata de Scarlatti); Margarita Eva Rula Kaminska (Impromptu Nº 3 de Chopin y estudio Op.42 de Skriabin); Mario Lucas (Evocación de Albéniz); Eduardo de Santos (Fantasía Impromptu de Chopin); Amanda Ruiz Montes (Pavana para una infanta difunta, de Ravel), y Lucía  Rodríguez (tema de la banda sonora de Amélie, de Yann Pierre Tiersen), además de Andrés.

Julia los presentó entre pieza y pieza. Habló de lo que iban a tocar y del compositor de cada obra; de su vida, su época, su singularidad… Las explicaciones que les dio a los niños me fueron llevando desde un viejo clavecín del XVII hasta las pantallas de cine de hoy día.

Todo lo que Julia explicó me pareció interesante; sin embargo, cuando más me impresionó fue cuando dijo que para componer La Catedral sumergida, el asombroso preludio que iba a interpretar Andrés, Debussy se había inspirado en la tradición oral y nos contó la leyenda bretona de la ciudad de Ys, que quedó sumergida por el mar del Norte; bajo cuyas aguas gélidas pueden verse aún, con marea baja, los cimientos de la catedral. Mientras yo me estremecía de arriba abajo con la revelación, Julia, la dueña de la llave de esa remota ciudadela, nos dijo que decían que, en las noches tranquilas, aún se pueden distinguir fantasmales campanadas en los susurros del viento (más sonadas, ya digo, que la campana de Huesca).

Entre un escalofrío y otro, se me vino a la cabeza Murakami y el mar interior de “Kafka en la orilla”. Ese tipo de leyendas y de símbolos son para el escritor japonés –creí entender cuando leí su novela– como bloques de piedra sumergidos en el subconsciente, con los que los artistas construyen el arte y –gracias a los cuales– los demás lo sentimos como algo grande, aunque nos encerremos en otra habitación.

Los dedos de mi hijo estaban preparados mientras yo fantaseaba con reinos desconocidos, marineros, sirenas, reyes de amarillo y cuervos rojos… Luego, Julia le pidió a Andrés que tocase las “notas-campana” y –tras sugerirnos que cerrásemos los ojos– que interpretase la pieza completa.
De Izquierda a derecha: Mario Lucas, Lucía Rodríguez, Margarita E.R. Kaminska, Andrés Poncela, Eduardo de Santos, Sergio Jiménez y Amanda Ruiz Montes. Foto Carmen Montalbán.

Debussy, Andrés, Julia, el impresionismo, los ojos cerrados, la marea alta… todo me invitaba a soñar despierta. No sé muy bien si, temblando bajo aquellas aguas limpias, apareció el reflejo maravilloso e impresionante de la catedral de Ys o si lo que apareció fue la modesta iglesia de Aguado; si la Bahía de los Muertos o si el cementerio hundido a los pies de Cerro Caracol, en el pantano... De una cosa estoy segura, en cuanto Andrés sacó su fortaleza de las profundidades, quedé encandilada. No pensaba en Debussy como en un músico: para mí, era un arquitecto. ¿De qué forma habría ordenado las líneas del pentagrama para trazar con ellas los planos de esa visión monumental? La catedral que yo vi crecer entre la bruma dulcemente sonora de su música, pesa; sale de lo más hondo chorreando agua (un agua sonora, pero sin dureza) hasta convertirse en algo imponente, flotante y sordo, que el mar vuelve a engullir al final de la pieza: el silencio absoluto. En la impactante belleza de esa música estaba la clave de que, mientras yo corregía mi novela, me sonase con tal claridad la campana de Aguado: la había forjado escuchando los carillones espectrales –do-re-sol– que Debussy tañía en su catedral.

… (“DEBUSSY EN LA ORILLA”.) (Como aprendí en el concierto didáctico, Debussy indicó los títulos de sus preludios al final de cada pieza, entre paréntesis y después de puntos suspensivos, de manera que el intérprete pudiera descubrir sus propias impresiones sin estar condicionado por sus ideas iniciales).
 

miércoles, 12 de junio de 2013

Concierto de intercambio “Jaén en Móstoles”

La Orquesta de Cuerda de Enseñanzas Elementales del Conservatorio “Rodolfo Halffter” estuvo en Jaén a finales de mayo del año pasado. Participó en un bonito Intercambio con el Conservatorio Público Municipal “Ramón Garay”. Recuerdo lo emotivo que fue aquel viaje, del que les hablé en mi entrada “El Concierto de la vida”; y lo recuerdo con gran satisfacción, sobre todo, porque  mi hijo Andrés se estrenó como solista en el Concierto en 5 movimientos para piano y orquesta de cuerda, que Pablo Jesús Berlanga compuso  especialmente para la salida anual de la Orquesta de María Dolores Encina.
Pues bien, un curso después, el pasado 26 de abril, la Orquesta de 1º de Enseñanzas Profesionales del “Ramón Garay”, dirigida por Sarai Pintado, ha viajado a Móstoles a devolvernos aquella visita y a pasear con nosotros por la calle de la Compañía (aunque, aquí, se llame de otra forma).
 La orquesta de Sarai. Foto: Carmen Montalbán
El auditorio del Rodolfo Halffter no está ubicado en una antigua iglesia, como el “Ramón Garay”, cuya sonoridad nos había sobrecogido a todos los que lo llenamos el año anterior. El Conservatorio Profesional de Jaén fue colegio y residencia de la Compañía de Jesús entre 1.614 y 1.767. Tras la expulsión de los jesuitas, el monumento se convirtió en Monte de Piedad y Reales Estudios de la Concordia. Más tarde sería convento de agustinos y después Colegio de Humanidades de Nuestra Señora de la Capilla. Finalmente en el XIX fue también Instituto de Segunda Enseñanza, Escuela de Magisterio, Museo de Pinturas, Biblioteca Pública…
En cualquier caso, la arquitectura moderna del Rodolfo Halffter sabe comportarse en muchas ocasiones como un monumento a la hospitalidad. También esta vez hubo un lleno absoluto. Fuimos muchos, y bien avenidos. Todo volvió a resultarme acogedor: el lugar, la música, y la buena predisposición con que se reencontraban esos compañeros de fatigas y de satisfacciones musicales… ¡Qué ternura infantil de viejos conocidos!
La orquesta de Lola. Foto: Carmen Montalbán
En la Primera Parte, el “Ramón Garay” nos ofreció el siguiente programa:
  • Canon (J. PACHELBEL)
  • Humoresca (A. DVORAK)
  • Largo y Allegro del Concerto grosso 1 (A. CORELLI). Solos: Clara Rocío, Pablo García, María Dolores Gay y Christian Palomino
  • Piratas del Caribe (ZIMMER. Arreglos de A. Costa)
  • Muerte de Ase (GRIEG)
  • Dark Visions (K. MIXON)
Detrás de cada obra interpretada debía de haber muchas horas de trabajo por parte de los músicos y de la directora, Sarai Pintado, a quien yo recordaba tan animosa y vitalista como volvíamos a verla ahora. El resultado fue un concierto seductor; un éxito. Recuerdo que, durante los aplausos a Muerte de Ase, la penúltima obra de su programa, la Orquesta del “Rodolfo Halffter” se había levantado sigilosamente y se marchaba a recoger sus instrumentos y a preparar su salida desde la otra habitación. Sarai Pintado les pidió que se quedasen, puesto que aún faltaba Dark Visions, la pieza favorita de la joven orquesta de Jaén. Sus músicos la habían ensayado a conciencia con la ilusión de dedicarles esa pieza –concretamente, esa– a sus amigos del “Rodolfo Halffter”. Todos se alegraron de permanecer en el auditorio y escuchar una obra tan airosa y divertida; una obra que incluía, en su percusión, un pintoresco zapateado.
Sarai Pintado. Foto: Carmen Montalbán
En la Segunda Parte, la Orquesta de Enseñanzas Elementales del “Rodolfo Halffter”, dirigida por María Dolores Encina Guzmán, interpretó:
  • Vals (P.I. TCHAIKOVSKI – Adaptación: Eduardo del Río Robles)
  • Caramelo Vals (ÁLVARO ALVARADO)
  • Tres maneras distintas de Caminar (PABLO J. BERLANGA RUI-DÍAZ)
  • Rock Hound (R.S. FROST)
  • Summer Stomp (D.A. STRAUB)
A cuatro manos. Foto: Carmen Montalbán
Yo no había querido hablar en su momento de este programa porque dos de sus cinco obras, Caramelo Vals y Tres maneras distintas de caminar (compuestas respectivamente por Álvaro Alvarado y por Pablo J. Berlanga) se tocaban en calidad de preestrenos. Iban a ser estrenadas mundialmente en el viaje anual de la orquesta de Lola, que este curso se desplazaría a Alcañiz alrededor de un mes más tarde. Como escritora que intento ser, estoy acostumbrada a no hablar mucho de las obras por adelantado y a otras supersticiones de ese tipo; así pues, me callé. Sin embargo, por muy largo que fuera el silencio que yo guardé entonces, la música sonó… Y sonó con una belleza y una elegancia exquisitas. En fin, que aunque me reserve algún que otro elogio para el día en que les cuente el estreno (ahora que sé que salió de maravilla no me será difícil hablar de él), ya les adelanto que también la actuación del Conservatorio de Móstoles en su Intercambio con Jaén fue un nuevo éxito… O un nuevo “pre-éxito”, si lo prefieren.
Berlanga en el preestreno de Tres Maneras distintas de caminar. Foto: Carmen Montalbán
Después, todos felices, los músicos tomaron unas pizzas y unos refrescos mientras conversaban amistosamente. Varios son los que esperan volver a verse en alguna otra ocasión; hasta entonces, un fuerte abrazo, Jaén.

domingo, 9 de junio de 2013

LOS CONCIERTOS DEL CURSO 2012 / 2013


Son muchos los conciertos que ha celebrado el Conservatorio Profesional de Música Rodolfo Halffter, de Móstoles, durante este curso académico (2012/2013) que está a punto de terminar. Como siempre, cada año, todo comienza en el Teatro del Bosque, con el Concierto de Navidad. Los músicos requieren el trimestre inicial para prepararnos su primera entrega; después, aparecemos nosotros, el público, y la música ya no para de sonar. 

  Conservatorio Rodolfo Halffter. Foto: Carmen Montalbán

Ya he hablado aquí de algunos recitales a los que he asistido recientemente, pero la actividad musical del Conservatorio ha sido tan frenética estas últimas semanas, que aún son más los que se me han amontonado en la memoria… y en el tintero.

Desde el Recital de Cámara en el Museo de la ciudad (28 de febrero) o el Concierto de Antiguos Alumnos para celebrar el X aniversario del Teatro del Bosque (14 de marzo de 2013), he podido disfrutar del Intercambio “Jaén en Móstoles (26 de abril); del Concierto Didáctico de Piano (17 de Mayo); del de Primavera, de la Orquesta y Banda Sinfónicas (25 de mayo), con los solistas Roberto Lerma Barrero y Eduardo del Río Robles; del Intercambio de Piano “Adolfo Salazar en el Rodolfo Halffter” (31 de mayo); del viaje de la Orquesta de Grado Elemental, Móstoles en Alcañiz (1 de junio); del Concierto de Piano en el Museo de la Ciudad (6 de junio) y del Intercambio “Llíria en Móstoles” (7 de junio).

Maqueta de Móstoles en el “Museo de la Ciudad”. Foto: Carmen Montalbán

En los próximos días, iré dejando algún recuerdo de todos estos preciosos encuentros que he presenciado en distintas butacas de patio, frente a mis hijos y a sus compañeras y compañeros. Tengo la intención, después, de copiar aquí los programas que conservo desde que comenzaron sus estudios… Y si puedo, también, los de los conciertos futuros, pues aún hay programados varios más para este mes en el auditorio del Rodolfo Halffter: la Orquesta Sinfónica con Aldo Mata y Eduardo del Río, el miércoles 12; Audiciónde Cámara el viernes 14 y, por último, el Conciertode Graduación con que se despide a los alumnos de sexto de Grado Profesional, el viernes 21 del corriente.

Como podrán comprobar, a este blog no lo mueve la rabiosa actualidad, sino las emociones artísticas que he vivido. Las entradas que incluyo en la categoría de “conciertos” me servirán a mí para que el tiempo no se salga con la suya de emborronar las cosas y para agradecerles a estos jóvenes músicos las satisfacciones que me han proporcionado. Puesto que en el momento de las ovaciones suelo tener las manos ocupadas en la cámara de fotos, espero que estos comentarios suenen como un aplauso y que, además, sean útiles para los aplaudidos e ilustren los comienzos de algún que otro currículum brillante.

Si no nos vemos antes en algún teatro, les deseo a todos los estudiantes de música  y a su público –ustedes, nosotros–  un musical y muy feliz verano.
Violín y piano. Foto: Carmen Montalbán