APÉNDICE I de “El informe de Carmen Montalbán”, acerca de la novela “El informe de Brodeck”, de Philippe Claudel.
1) I Guerra (I Ereigniës). A los 4 años, Brodeck vaga abandonado entre las ruinas y los muertos que la guerra ha dejado en su pueblo, en el vientre podrido de Europa. La vieja Fédorine lo sube a su carreta, entre relucientes manzanas rojas, y se lo lleva lejos de ese lugar, del que, pronto, no quedará nada. Sin otra opción que mirar adelante, encuentran un pueblecito de 400 almas entre cimas y abetales. Es un paraíso de nieve inmaculada y hierba tierna en que se oye la risa de las hadas. Sus lugareños tienen la simpatía de un cardo borriquero, pero son hospitalarios, porque no han sufrido aún ninguna guerra.
2) Barbarie en la ciudad. Cuando Brodeck crece, el pueblo lo manda a estudiar al país vecino, donde se enamora de Emélia. La ciudad, al borde del caos, le resulta hostil. Los parados exigen pan y trabajo. Los extranjeros empiezan a ser mal vistos. La barbarie se desata (II Ereigniës) y la multitud forma alborotos demenciales, transformada en un monstruo que revienta cráneos a bastonazos.
3) II Guerra. Brodeck vuelve al pueblo ─con Emélia─ porque cree que las montañas formarán una muralla segura, pero incluso este rincón es ocupado por un escuadrón de los vencedores. El capitán domina su reino de terror haciendo rodar una cabeza (III Ereigniës) y exigiéndoles a los demás que, para no acabar también como ocas degolladas, limpien el pueblo de extranjeros. Brodeck será una de las dos víctimas de esa limpieza, que es producto del miedo de los demás.
4) El vagón. IV Ereigniës. Brodeck lo protagoniza ─como verdugo─ la quinta noche de viaje en el vagón atestado de un tren, camino de no sabe dónde. Va muerto de sed, dando bandazos contra una joven madre que oculta entre la ropa una garrafa de agua. Es al mal trago de ese vagón adonde la mente de Brodeck se empeña en llegar a través de su novela.
5) El campo de exterminio. El viaje en tren lo lleva a un campo en el que vivirá atado a una estaca, convertido en el perro Brodeck. Son tantos los Ereigniës que sufre allí (al menos, un ahorcamiento al día) que prefiero no contabilizarlos. Si sigue vivo, es porque desea volver con Emélia.
1) I Guerra (I Ereigniës). A los 4 años, Brodeck vaga abandonado entre las ruinas y los muertos que la guerra ha dejado en su pueblo, en el vientre podrido de Europa. La vieja Fédorine lo sube a su carreta, entre relucientes manzanas rojas, y se lo lleva lejos de ese lugar, del que, pronto, no quedará nada. Sin otra opción que mirar adelante, encuentran un pueblecito de 400 almas entre cimas y abetales. Es un paraíso de nieve inmaculada y hierba tierna en que se oye la risa de las hadas. Sus lugareños tienen la simpatía de un cardo borriquero, pero son hospitalarios, porque no han sufrido aún ninguna guerra.
2) Barbarie en la ciudad. Cuando Brodeck crece, el pueblo lo manda a estudiar al país vecino, donde se enamora de Emélia. La ciudad, al borde del caos, le resulta hostil. Los parados exigen pan y trabajo. Los extranjeros empiezan a ser mal vistos. La barbarie se desata (II Ereigniës) y la multitud forma alborotos demenciales, transformada en un monstruo que revienta cráneos a bastonazos.
3) II Guerra. Brodeck vuelve al pueblo ─con Emélia─ porque cree que las montañas formarán una muralla segura, pero incluso este rincón es ocupado por un escuadrón de los vencedores. El capitán domina su reino de terror haciendo rodar una cabeza (III Ereigniës) y exigiéndoles a los demás que, para no acabar también como ocas degolladas, limpien el pueblo de extranjeros. Brodeck será una de las dos víctimas de esa limpieza, que es producto del miedo de los demás.
4) El vagón. IV Ereigniës. Brodeck lo protagoniza ─como verdugo─ la quinta noche de viaje en el vagón atestado de un tren, camino de no sabe dónde. Va muerto de sed, dando bandazos contra una joven madre que oculta entre la ropa una garrafa de agua. Es al mal trago de ese vagón adonde la mente de Brodeck se empeña en llegar a través de su novela.
5) El campo de exterminio. El viaje en tren lo lleva a un campo en el que vivirá atado a una estaca, convertido en el perro Brodeck. Son tantos los Ereigniës que sufre allí (al menos, un ahorcamiento al día) que prefiero no contabilizarlos. Si sigue vivo, es porque desea volver con Emélia.
6) El regreso. Acabada la guerra, casi dos años después de su detención, Brodeck regresa al pueblo. Sus delatores lo miran con estupor y borran su nombre del monumento a los muertos. El escuadrón se ha ido. Brodeck empieza a zurcir su pasado y su presente junto a Emélia, Fédorine y una preciosa niña que antes no conocía, Poupchette. Evita las multitudes, escribe informes sobre la fauna y la flora del bosque, y sobrevive del único modo que existe para sobrevivir allí: procurando no hacerse notar y parecer tosco como un cencerro. Ya sabe lo que le hicieron a Emélia (V Ereigniës), cuya mente está en el abismo desde entonces, pero Brodeck no quiere saber quién se lo hizo. El perdón es el comienzo de la vida.
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