domingo, 28 de junio de 2009

“El chino”, Henning Mankell


El escritor y dramaturgo sueco Henning Mankell (Estocolmo, 1948) cobró fama internacional con el inspector Wallander, protagonista de una larga serie de novela negra (“Asesinos sin rostro”; “Los perros de Riga”; “La leona blanca”; “El hombre sonriente”; “La falsa pista”; “La quinta mujer”; “Pisando los talones”; “Cortafuegos”; “Antes de que hiele”…)


No es Wallander quien protagoniza “El chino”. En esta novela policiaca de denuncia política, la construcción del ferrocarril en Estados Unidos desencadena, muchos años después, una masacre en Suecia; tragedia que tendrá repercusiones en China y en África.



Otras obras de Mankell son: “El retorno del profesor de baile”; “El cerebro de Kennedy”; “Profundidades”; “Zapatos italianos”; “El secreto del fuego”; “Jugar con fuego”; “La ira del fuego”; “Comedia infantil”, etc.

_______________________________________

ESCRIBIR DE LOS QUE ESCRIBEN


Madrid. Calor sofocante. Inicios del verano. C.M. se levanta pronto por culpa del mosquito sediento de sangre que ronda su cama. “El chino” está abierto sobre su mesilla, junto al bloc de notas.


En esta novela, escriben todos los personajes importantes. Componen sus historias ─en cartas y diarios─ tanto J.A., el colono sueco que se marchó a América a mediados del XIX, como uno de los chinos a quienes explotaba este capataz racista. Escribe el poderoso descendiente del chino ─más vengativo que el capitán Nemo─ y escribe la hija adoptiva de los descendientes de aquel capataz; una jueza que redacta sus sentencias junto a los borradores de sus canciones secretas…


C.M. echa de menos algunos fragmentos de esos testimonios (que se prometen unos contrapunto de otros). Mankell, que también escribe, compone su historia alrededor de ellos; pero, excepto alguna frase de J.A., lo más largo que trascribe es el juramento de juez y alguna que otra lista de asesinados. C.M., que se comporta a veces como una reportera que hubiese llegado antes que nadie a dar cuenta de lo que leído, no puede por menos de escribir ─también ella─ este comentario… eso sí, lo hace con una gratitud angelical y conforme a su mejor criterio y conciencia.


La abajo firmante, comienza sus anotaciones estructurando lo que acaba de leer, para pedirle a su memoria que registre los detalles.


1ª parte. Actualidad (2006). Dieciocho personas ancianas y un niño, emparentados todos con los Andrén, aparecen asesinados y mutilados en un pueblecito perdido de Suecia. La Policía sospecha que la masacre es acción de un perturbado pero la jueza Birgitta Roslin descubre un suceso similar, ocurrido en Nevada a otros Andrén muchos años atrás.


2ª parte. Pasado (1860) Miles de chinos fueron llevados a Estados Unidos a trabajar casi como esclavos en la construcción del ferrocarril; entre ellos, los hermanos Wu, San y Guo Si. Estos chinos son maltratados por su capataz, un sueco de cuyos parientes hemos tenido noticias en la primera parte.


3ª Parte. Engarce presente–pasado (140 años después de los agravios). Un descendiente de los chinos mortificados ─Ya Ru─, muy poderoso hoy, decide vengarse; una descendiente (aunque adoptiva) del opresor ─Birgitta Roslin─ intenta averiguar la clave de los asesinatos.


4ª Parte. Engarce pasado-futuro. A las puertas de los JJOO, cuatro millones de chinos pobres serán enviados a África, donde los poderes políticos que encarna Ya Ru emplearán los mismos modos colonizadores que habían empleado en América con sus antepasados... Birgitta Roslin está sentenciada: sabe demasiado del asesinato múltiple de su país. El Chino estará más seguro si ella también acaba con un hachazo en la espalda...


C.M. jura y declara por su honor y conciencia que sentía curiosidad. Ante una tentación tan poderosa, lo más sensato era colgar el cartel de “No molestar” y entrar en una historia con la que ella, en principio, nada tenía que ver. Tan absorta leyó que, mientras lo hacía, no tuvo ni deseo ni intención de abrir su bloc de notas. Henning Mankell la había atrapado en una trama con ingredientes de best seller: saltos en el tiempo; más vueltas por el mundo que Marco Polo (en este viaje, C.M. ha pisado ciudades modernas y pueblos malditos de todos los continentes salvo Oceanía, y ha cruzado todas las zonas horarias); odio aniquilador; el leitmotiv de la venganza; escandalosos titulares; suspense; poder; metas sobrehumanas…


C.M. mantiene y mantendrá que la atrapó el olor de la sangre de los crímenes atroces de la primera parte; que la interesaron las desventuras de los chinos en la segunda; que seguía estando alerta en la tercera, como un animal inquieto, mientras trataba de relacionar el presente y el pasado, y que contuvo la respiración, temiendo por la protagonista y por el futuro de África y de China, en la última…


Entonces, si aceptó el caramelo, ¿por qué sigue habiendo en ella cierto retraimiento? Tal vez, el problema no estribe en cada parte, por separado, sino en el modo de trenzar el género negro y la novela política y de denuncia. Como quiera que sea, el ritmo trepidante del comienzo y la magnitud de su baño de sangre habían hecho que C.M. esperase una resolución más centrada en los 19 cadáveres mutilados que la tuvieron en vilo en el primer cuarto de la novela. En las proximidades de la literatura hay que ser cauto y paciente; pero, o naces con las dotes de Hitchcock para hacer que funcionen los cambios bruscos sin previo aviso, o el lector se queda frío cuando ─tras tanta investigación y tanto crimen sin precedentes─ lo policíaco se esfuma como un lobo solitario entre los bosques infinitos de Suecia. ¿Que el género negro era sólo el arranque? Entonces, ¿a qué venían tantos detalles acerca de las veces que ha estado casada la jefa de policía o la regularidad con que se tiñe el pelo? No sé si me explico, pero, si lo más significativo iba a ser la novela-denuncia, tal vez es en personajes importantes para esa denuncia (Hong y Sang, por ejemplo) en los que habría que haber hecho hincapié.



Los tejemanejes del Chino también intrigan, es cierto. El suspense, si cabe, se acentúa; sólo que la naturaleza de ese suspense es más política que policíaca. Mankell pone una lupa de muchos aumentos frente a los objetivos del Chino. C.M. no piensa inmiscuirse en cómo organiza el autor su trabajo, ese no es su estilo; no obstante, sospecha que todo funcionaría mejor si la novela no comenzase con el juramento del cargo de juez, del Código Procesal, sino con algún fragmento del diario de ese psicópata o con algún escrito del partido Comunista, por ejemplo; algo que avisara desde el comienzo de la magnitud del poder hacia el que va a decantarse la obra… Ni que decir tiene que ésta es sólo la opinión de una escritora que plasma en su diario todo lo que le pasa por la cabeza… incluido el mosquito sediento de sangre que rondaba por su cama. C.M. acaba de aplastarlo entre los aterradores entresijos de los crímenes cometidos en Hesjövallen. Aquí está su cadáver.

lunes, 15 de junio de 2009

“Ejercicios de estilo”, Raymond Queneau

El escritor francés Raymond Queneau (Le Havre, 1903-París, 1976) se inició en el movimiento surrealista y, finalmente, fundó el grupo Oulipo (Taller de Literatura Potencial), al que pertenecerían autores como Georges Perec e Italo Calvino. Este grupo desarrolló una nueva literatura de múltiples interpretaciones; llena de fantasía, humor y preocupación lingüística. Sus autores se auto-imponían limitaciones para que las obras surgieran en la tarea de sortearlas.


Queneau fue autor de novela, poesía y ensayo. En su obra, además de los experimentales «Ejercicios de estilo» que le dieron fama, destacan: «Le grama», «Pierrot, amigo mío», «Los hijos del viejo limón», «Siempre somos demasiado buenos con las mujeres», «Zazie en el metro» (llevada al cine L. Malle), «El diario íntimo de Sally Mara» y «El vuelo de Ícaro»; y libros de poesía como «Bucólicas», «Pequeña cosmogonía portátil», «Cien mil millones de poemas» y «Moral elemental».

______________________________________________________________


QUE NO, QUENEAU, QUE NO TE ENCUENTRO YO

Andaba buscando en mi biblioteca el libro de Queneau “Ejercicios de estilo” desde que supe que la Feria del Libro de Madrid estaría dedicada a Francia. No podía andar lejos. Utilicé a Raymond a menudo para mis clases de estilo. Sin embargo, pasé dos semanas buscándolo sin resultados en la pilada de papeles de mi casa. Hasta que hoy, ya, hace nada, se descolgó el estante más liado del rincón de desayunar y el tomo de arriba saltó de mi cabeza a mis cereales. “Ejercicios de estilo”. Queneau... ¡Vaya chichón!


Esta obra, recordé, narra una breve anécdota, de lo más trivial (viaje en bus urbano de un joven protestón con gorra de fieltro), sólo que el autor la cuenta de cien maneras: anagramas, deportes, poesía, ignorancia…

Mientras sacaba las palabras de Queneau de entre gotas de leche, pensaba que, tal vez, aun sin saberlo, esta manía mía (de hablar de obras que leo con su estilo propio) naciera inspirada en el autor y su obra.

─Que no, Queneau; que aunque no sé dónde estás ─susurré─, tu obra siempre me encontrará a mí.

ANAGRAMAS

Andaba buscando en mi celibato el brío de Aunque-no “Ajedrecístico de islote” desde que supe que la Fiera del Brillo de Dormida estaría dedicada a Afincar. No podía nadar lejos. Utilicé a Dramón, y a menudo, para mis calés del islote. Sin gamberro, pasé dos mesanas buscándolo sin adúlteros en la pálida epilepsia de mi saca. Hasta que hoy, ¡ay!, hace Adán, se descolgó el setenta más salido del rocín de enyesadura y el motor de rabiar saltó de mi cazabe a mis caérseles. “Ajedrecístico de islote”. Aunque no... ¡Vaya chochín!


Este rabo, recordé, narra un breve canteado, de lo más vibrátil (vieja en sub abruno de un vejón portento con groar de flirteo), sólo que el tauro la cuenta de cine Manresa: argamasa, despertó, poseía, ignorancia…

Mientras sacaba las parábolas de Aunque-no de entre gatos de Elche, pensaba que, tal vez, aun sin albores, esta ánima mía (hablar de sobra que olé, con su islote piropo) renacía parisina en el tauro y su rabo.

─Que no, Aunque-no; que aunque no es donde setas ─espino─, tu rabo siempre me encartonará a mí.

FUTBOLERO

Por fin se disputa el esperado encuentro entre el “Racing Queneau FC” y el “Deportivo Montalbán CF”. A pesar de tratarse de una liguilla amistosa, el Queneau ha estado a punto de ser descalificado por no presentarse al derbi programado en la “Feria del Libro de Madrid” ─con dos tercios de entrada reservada a la hinchada francesa─. Finalmente, el torneo se celebra en las instalaciones deportivas del comedor de la Montalbán.

Y aquí da comienzo el partido, señores. El colegiado pita el desayuno. El lleno es absoluto en las estanterías.

El Deportivo Montalbán luce su habitual uniforme de ositos y camiseta con lamparones, puesto que juega en casa. Por su parte, el Racing estrena indumentaria: negro sobre blanco, como la historia que va a escribirse aquí.

Atención, jugada de peligro. Ejercicios de Estilo, el delantero centro del Queneau, dribla a la defensa del equipo local; se escapa por la banda y se interna en el área rival. El defensor azul-lamparones intenta frenarle, pero su acción resulta inútil ante este imparable killer del área, que consigue llegar hasta el punto fatídico…Ejercicios de estilo culmina la jugada con su ya clásico punterazo. El portero del Deportivo se golpea la cabeza con el larguero y…

¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol!

Golazo, señoras y señores. El poliédrico ha entrado en las mallas del mantel, hasta el fondo del tazón de leche.

El tiempo se detiene. Las asistencias médicas del Deportivo Montalban F.C. acuden inmediatamente a llevarse a su portero al hospital del nuevo Frigorífico.

El mister manda calentar a la galleta. El suplente del portero titular, Blog de Carmen Montalbán, entra en el campo.

¡Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!

El árbitro pita. Se reanuda un encuentro que promete ser apasionante.

La afición local se ha vuelto loca. Escuchen su clamor.


"Que no, Queneau, que en casa gano yo".

miércoles, 10 de junio de 2009

Carmen Montalbán en Mérida

Llevaba muchos años sin visitar Mérida y, ¡lo que son las cosas!, he ido dos veces en menos de un mes. La más reciente, el lunes pasado, día 8 de junio, invitada por el programa “El día es nuestro”, del Canal Extremadura TV, para el que me entrevistó en directo Olga Marset. Hablamos de mi libro "Estás en la luna". La entrevista fue un auténtico placer. Creí que iba a ponerme nerviosa, pero, gracias a Olga y al resto del equipo del Canal Extremadura, estuve a gusto y muy tranquila.

También mi visita anterior a Extremadura había sido agradable. Fue el 16 de mayo, cuando asistí al Concierto de Intercambio entre el Conservatorio “Esteban Sánchez”, de Mérida, y el Conservatorio “Rodolfo Halffter”, de Móstoles, en el Centro Cultural Alcazaba.



"Orquesta", Carmen Montalbán

Intervenían la Orquesta de Cuerda de Grado Elemental del “Rodolfo Halffter” y la Orquesta de Cuerda, el Coro y la Banda de viento de Grado Elemental del “Esteban Sánchez”, así como el grupo de Colectiva del C.P.M. Yo formaba parte del público porque mis dos hijos estudian en el Conservatorio de Móstoles y tocan en su Orquesta de Grado Elemental (violín y piano).

"Violonchelos", Carmen Montalbán

El concierto fue una delicia y las buenas vibraciones de la música (por cierto, la sonoridad del teatro era excelente) se incrementaron aún más gracias al cariñoso trato que tanto los organizadores como los músicos (niños y niñas) emeritenses tuvieron con sus invitados mostoleños.




"Violines", Carmen Montalbán