lunes, 26 de mayo de 2008

"Estás en la luna", Carmen Montalbán




"Estás en la luna" es la relación de Baraka, una niña saharaui, con su abuela Bahía, enferma de alzheimer.



Bahía intenta salvar su historia del olvido hablando con la niña cada noche.







Este relato es la primera incursión de Carmen Montalbán en la literatura infantil y juvenil.













__________________________________________________



Mi inspiración frente a mi propia obra
He escrito “Estás en la luna” inspirada en un cuento que mi hijo Daniel se inventó siendo muy pequeño. Hablaba de una casa deshabitada que deseaba encontrar a alguien que la llenase de calor por dentro.

He escrito “Estás en la luna” inspirada en un viaje que hice a Ausser en 2005. Fui a conocer el desierto y asistir a FISAHARA, el festival de cine saharaui. Regresé cargada de impresiones tan mágicas, que debo compartirlas. No tengo otro remedio.

He escrito “Estás en la luna” inspirada en el cariño y en las buenas vibraciones que me traje de Tinduf, tras convivir con gente tan hospitalaria.

He escrito “Estás en la luna” inspirada en el contraste de nuestros dos mundos. Baraka, la protagonista, considera que los exóticos, los raros, somos nosotros, el cloro de nuestras piscinas y nuestro aire enlatado…

He escrito “Estás en la luna” inspirada en el pueblo saharaui. Los saharauis se vieron obligadas a salir de su tierra hace más de 30 años. Quienes superan esa edad tienen raíces; se acuerdan de “su casa” como algo que les han quitado. En cambio, los pequeños han nacido en los campos de refugiados y no conocen otro hogar que la inhóspita Hamada de Argelia. Ahí reside el miedo de Bahía, la abuela. Si los ancianos pierden la memoria, ¿no acabarán secándose, también, las raíces de todo el pueblo?

He escrito “Estás en la luna” inspirada en el alzheimer de mi padre. Una de las últimas cosas que él olvidó (al igual que Bahía) fue la casa en que vivió cuando era niño.

He escrito “Estás en la luna” inspirada en la relación que tuve con mis abuelos y abuelas y con las personas mayores de mi vecindario, que me contaban tantas historias como Bahía le cuenta a Baraka en mi novela.

He escrito “Estás en la luna” inspirada en el baúl que heredé de mi abuelo Juan cuando era niña (el mío no tenía palmeras, como el de Baraka, sino bellotas). Una noche en que me había acostado preocupada porque no se veía la luna, soñé con que la buscaba por todo el pueblo y no conseguía encontrarla. No, hasta que miré en el baúl de mi abuelo. Cuando lo abrí, la habitación se llenó de luz y me desperté.

(Puedes conocer la situación del pueblo saharaui y tratar de hacer algo por cambiarla entrando en la Web promovida por Javier Bardem, www.todosconelsahara.com)
______________________________________________________

domingo, 18 de mayo de 2008

“Vuelo nocturno", Saint-Exupéry





“Vuelo nocturno” es la epopeya de los pioneros de la aviación que surcaban los cielos de Sudamérica todas las noches para ofrecer un servicio más rápido que el ferrocarril y los barcos en el transporte del correo.

Saint-Exupéry, que además de escritor fue piloto, empleó un estilo conciso, pero épico y lírico a la vez, para la creación de un relato simbólico y lleno de fuerza.

______________________________________________________
Mi vuelo junto a Saint-Exupéry
Leyendo “Vuelo nocturno” he soñado que soñaba con volar. Explorando su historia de correos en peligro, he sido mujer-pájaro. Y, ¡cómo no!, también mujer-avión; o sea, máquina lírica. Tan identificada estaba con mi avión, que hacía cuerpo con él. Su luz era mi luz y mi carne un metal chorreando vida. Fosforescía más yo que su cuadro de mandos. Era, como mi avión, una estrella perdida que les hiciera guiños a las aldeas de abajo antes de que la noche las borrase del todo y me dejara sola, a oscuras, sin mapas ni fronteras.
Allá arriba, mientras leía, era una humilde fuerza en marcha; un don Nadie consciente de que hace algo sagrado; una pionera débil, cansada y torpe, pero eterna. Si no, ¿habría sido capaz de desafiar tormentas? Supongo que es un mérito de Saint-Exupéry. Me ha colocado encima de la gran extensión de Sudamérica, en una tempestad de truenos y relámpagos, y me ha hecho responsable del cielo entero.
Y ahí estaba yo, dentro de sus atmósferas idílicas, volando sin remedio hacia la tragedia. La aventura me empujaba a través de limbos extraños. Me sentía a la intemperie, en una noche vacía como un teatro sin actor; una noche tan voraz, que ya me había tragado por completo. La imaginación del peligro era tan fuerte que, para salvarme, he necesitado imaginarme que me salvo. Tan negro estaba todo, que no veía ni el libro. Y, sin embargo, sé que quien pilotaba era el autor. Mi soledad era su Patagonia. Se diría que me hallaba, meramente, planeando sobre la negra intemperie de mí misma.