martes, 28 de abril de 2009

EL OBITUARIO DE JAVIER ORTIZ

Mi amigo Javier Ortiz nos ha dejado. Aseguró que moriría escribiendo, y así lo ha hecho. Había instalado su oficina en la habitación del hospital. Como un destello póstumo de su humor negro, ha dejado escrito su propio obituario. Lo tenía redactado desde enero de 2007, desde el día de su cumpleaños, porque no quería que, cuando falleciera ─esta madrugada─, “un gacetillero inútil arruinara su muerte con una necrológica burocrática y de circunstancias”. Lo triste es que me he reído con Javier muchas veces de esta humorada y de otras parecidas y, en cambio, ahora lloro a moco tendido (Javier habría hecho un chiste de esta frase) cada vez que pienso, todavía sin creérmelo del todo, que ya no está aquí para que sigamos riéndonos. Tan trabajador como es… como fue ─aún no me acostumbro a hablar en pasado─ y tan defensor siempre de la lealtad para con los amigos, tendría que haber dejado escrita la elegía para que lamentemos su marcha quienes le queremos… Nosotros ponemos el dolor y las lágrimas.

En el último párrafo de su necrológica dice ─dijo─ que deja un puesto de trabajo disponible, pero deja muchas cosas más; en lo que a mí y a los míos se refiere, todas buenas. Y, en fin, como resulta que aún no he tenido tiempo de hacer el inventario de vacíos, y que tampoco iba a colgarlo aquí ─no fuera él a tacharme de gacetillera─ voy a desconectarme del ordenador y a quedarme sola con su ausencia.

Sin Javier, somos una multitud de amigos solos.

jueves, 23 de abril de 2009

“Estás en la luna” en el colegio San Viator, de Madrid

El martes 21 de abril de 2009 asistí como autora invitada a los “Encuentros de pluma y pincel” de la XXV SEMANA DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL del colegio San Viator, de Madrid, para hablar de mi novela “Estás en la luna” con los chicos y chicas de 1º de la ESO.

Yo ya había oído hablar de esta particular feria del libro, que esta semana ha cumplido 25 años. Amigos de Kalandraka me habían informado acerca de la voluntad y de la energía que vierte en ella Pilar Solana, la profesora que la coordina. Conocí a Pilar Solana el martes, durante mi intervención, pero ya asociaba su nombre a los Amigos del Libro Infantil y Juvenil, a la revista Lazarillo, a Un Verano de Cuentos, de La Casa Encendida, y, en general, a actividades relacionadas con la animación a la lectura.

En esta XXV edición, celebrada del 20 al 24 de abril, la SEMANA DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL ha reunido a los chicos y a las chicas del colegio San Viator con compañías de teatro y títeres (El globo rojo, La mar de marionetas y Los cocos locos), con cuentacuentos (El globo rojo, Antonia de León y Ana Blanco) y con los autores e ilustradores de los libros que han leído en estos días en el colegio (Sagrario Pinto, Elisa Arguilé, Luisa Villar Liébana, Juan Vidaurre, Pepe Torices, Carlos Puerto, José María Plaza, Fernando Claudín, Blanca Álvarez, María Menéndez Ponte, Emilio Calderón, Ana Alcolea y yo misma).

Que la Semana del Libro cumple con su objetivo se aprecia a primera vista, en cuanto una se pasea por las imaginativas exposiciones que han organizado los escolares (Inventos librescos y Todos juntos leemos) y en cuanto, ya con ellos en las aulas, escucha las preguntas de esos voluntariosos y solícitos lectores.

Para mí ha sido conmovedor; y no sólo porque muchos de ellos me han confesado que “Estás en la luna” se ha convertido en su libro favorito, sino también porque hablaban de mi novela como de un mundo real al que hubiesen viajado conmigo. También es así como yo intento entrar en los libros y como los comento después en mi blog. La magia de la literatura se multiplica cuando su público tiene aún un sentimiento mágico de la vida. A esas edades, todavía me pueden preguntar si es cierto (o si hablo en sentido figurado) que han transformado la casa en una nave espacial y que, ahora, ella y su dueña nos miran desde la luna. Es fantástico.



Mis lectores del San Viator me han preguntado de todo: por mi vida; por mi obra; por los secretos y trucos de los procesos creativos (hay entre ellos futuros escritores); por las canciones que se cantan en la obra (Volando voy, de Kiko Veneno y La larga espera, de Amistades peligrosas); por mis sensaciones en el desierto; por el pueblo y las costumbres saharauis… Me han preguntado si, en mi viaje a Tinduf, tomé notas sobre la forma y características de todos aquellos pies descalzos. Tendría que haberme acompañado Pilar Millán, que dibuja pies mucho mejor que yo…

La única pregunta repetida en los cuatro cursos con los que hablé me sorprendió más que ninguna otra, porque nunca había pensado en ello: la segunda parte de “Estás en la luna”, ¿para cuándo? Desde luego, esa pregunta dice mucho de lo animados que están para leer y seguir leyendo, y del cariño que le han tomado a la protagonista, Baraka, pues desean saber si la niña consigue terminar sus estudios de cine, habitar la casita blanca de la bahía, filmar su propia película y cambiar algunas cosas.
Os doy las gracias a todos por la preciosa mañana que pasé con vosotros y, en particular, a quienes me regalasteis vuestros trabajos voluntarios. A Irene le agradezco su análisis de la novela y sus estadísticas; a Paula e Irene N., su estudio sobre el alzheimer; a Miriam, su cuestionario, y a María y Andrea sus preciosas dedicatorias.

lunes, 6 de abril de 2009

“Estás en la Luna” en Extremadura

Estás en la luna” ha viajado conmigo recientemente a dos Institutos de Enseñanza Secundaria de la provincia de Badajoz: el de Orellana la Vieja y el de Talarrubias.

El lunes, 30 de marzo de 2009, tuve la suerte de participar en uno de los actos culturales con que han cerrado el segundo trimestre de este curso los alumnos de 3º y 4º de la ESO (y algunos de Diversificación de 1º y 2º) del I.E.S. Pedro Alfonso de Orellana, en Orellana la Vieja. Aproveché la invitación que me hizo el Departamento de Geografía e Historia de dicho Instituto para charlar acerca de las historias ─reales y ficticias─ que esos jóvenes lectores han entresacado de mi novela “Estás en la luna”.


La gala literaria se celebró en la Casa de la Cultura de Orellana la Vieja y fue presentada por el director del Instituto, Cándido González Ledesma. A lo largo del acto, hablamos de las raíces de los pueblos; ésas que se mantienen aunque la tierra que tengamos bajo los pies haya cambiado. Hablamos de los vínculos que unen a las personas, y de que muchos de ellos perviven y se fortalecen gracias a la tradición oral y a las historias que nos contamos unos a otros.

El clima fue agradable y amistoso, porque también había una raíz común entre esos jóvenes y yo: don Cándido.

Cándido González Ledesma, el profesor que nos había reunido, no sólo se encarga de la educación de los jóvenes con quienes dialogué sobre historia y literatura, sino que fue, hace muchos años, mi profesor de Ciencias Sociales. Me alegro de haber comprobado que sigue tan dinámico como le recordaba; siempre dispuesto a encontrar el modo más ameno y efectivo de enseñar: la práctica, la investigación, el trabajo en equipo... Al día siguiente de nuestra Gala Literaria se iba con sus alumnos de marcha por la sierra extremeña. Espero que la excursión les haya aprovechado y que su recuerdo se quede para siempre entre los tesoros de cada uno, en baúles tan preciosos como el de “Estás en la luna”. Yo, por mi parte, aún conservo en el mío los debates y las asambleas de las clases de don Cándido. Recuerdo que, a pesar de mi timidez de aquellos años, era tal la motivación que nos transmitía, que incluso yo hablaba en público y me esforzaba por ser escuchada más allá del cuello de mi camisa. Gracias a él, hoy en día puedo disfrutar charlando con mis lectores en lugar de sufrir el tormento de la timidez… o sin sufrirlo apenas.

Gracias, don Cándido.

Y hablando de raíces y de cosas en común, también las tengo, y muchas, con los chicos y chicas del club de lectura del I.E.S. Siberia Extremeña, de Talarrubias, con quienes me reuní el día siguiente, martes 31 de marzo. Yo estudié en ese mismo Instituto. Varios de los profesores que tienen ellos ahora fueron compañeros míos; por ejemplo, el director, Vicente Fajardo Montalbán, que me invitó al encuentro literario.

La labor del educador social Fernando Bueno Cañamero en el club de lectura me parece digna de alabanza. Esos chicos y chicas proceden de distintos cursos de la ESO y tienen orígenes diversos ─Casas de Don Pedro, Esparragosa de Lares, Puebla de Alcocer y Talarrubias─, pero tienen también un vivísimo interés común: la literatura. Acudieron a nuestra cita con el libro “Estás en la luna” cargados de preguntas acerca de los niños saharauis: cómo viven en un campamento de refugiados, qué comen, a qué juegan, en qué idioma hablan, a qué sabe el té, qué aprenden en la escuela, qué historias me contaron cuando viajé a Tinduf a conocerlos… Gracias a la curiosidad que ha fomentado en ellos Fernando Bueno, el tiempo se nos fue en un vertiginoso intercambio de preguntas acerca de “Estás en la luna” y otras creaciones literarias… Pues muchos de esos chicos y esas chicas no sólo son insaciables lectores, sino que están dando ahora sus primeros pasos como escritores. Les deseo mucha suerte. Ojalá que, en el futuro, sea yo quien presente alguna de sus obras y sea yo quien diga: conocí a este autor ─o a esta autora─ cuando estaba empezando.