viernes, 6 de noviembre de 2009

“EL INFORME DE BRODECK”, Philippe Claudel


Cuando me regalaron “El informe de Brodeck”, de Philippe Claudel, lo miré con atención, no fuera a ser que estuviera soñando, y lo estreché contra mi pecho, como si hubiera encontrado un tesoro. Seguramente, solté un grito. Después eché el cerrojo y saqué la libreta para apuntar las frases más bonitas. No soy ninguna lumbrera, pero se me había ocurrido darle a mi comentario forma de informe. No me lo ha encargado nadie, es sólo que siempre ando rebuscando, del derecho y del revés, la verdad de los libros que me caen en las manos. Puede que vuelva sobre ello más adelante.______________________________________________________
EL INFORME DE CARMEN MONTALBÁN
AUTOR
Philippe Claudel (Nancy, Francia, 1962), considerado uno de los mejores novelistas franceses de su generación, publicó su primer libro, “Meuse l'oubli”, a los 37 años. Su novela “J'abandonne” recibió el Premio Francia Televisión 2000; el libro de relatos “Petites mécaniques” obtuvo el Premio Goncourt de Novela 2003; “Almas grises”, su quinta novela, fue galardonada con el Premio Renaudot 2003, y su última novela, “El informe de Brodeck”, de la que ahora me ocupo, fue Premio Goncourt des Lycéens 2007.
(Ver, en este mismo blog, mi comentario de su preciosa novela breve “La nieta del señor Linh”)

Además de novelista y guionista de cine, Claudel ha sido profesor de Antropología Cultural y Literatura en la Universidad de Nancy.


TEMA: consecuencias de la guerra en el alma humana.
Como decía aquel antiguo poema, “la guerra destapa y destruye”; es una devoradora de almas que nos transforma en animales sin conciencia o nos revela que ya lo éramos. Antes o después, acabamos ahogándonos en el río de cadáveres en que hayamos nadado. Porque la guerra es porfiada. Cuando baja el telón de su espectáculo grotesco, lo que acaba es el hombre: el monstruo se queda dentro de nosotros. Al actor, colgado boca abajo, se le cae la máscara, se contempla a sí mismo y echa las tripas. Nada importa si nuestro papel ha sido el de verdugo o el de víctima; mucho después de que la guerra haya terminado, seguimos cojeando del mismo pie: la atrocidad. Vivir será un castigo. O nos convertimos en dioses caídos y espantajos empapados en alcohol, o perdemos pie en la realidad y nos vemos obligados a vagar lejos, entre vacíos negros y pesadillas.
CONTENIDOApenas un año después de una guerra, los hombres de un pequeño pueblo de montaña cometen un acto de crueldad incalificable ─un Ereigniës en su dialecto─: asesinan en grupo al único extranjero del lugar, a quien llaman el Anderer ─el Otro─. Brodeck, el único inocente, recibe el encargo de redactar un informe sobre lo sucedido. Debe explicar lo que pasó desde la llegada del Anderer y por qué no les había quedado más remedio que matarlo. Aunque no le conviene saber demasiado, Brodeck se ve obligado a interrogar a los culpables y a sí mismo, lo que supone una amenaza para él y su familia.
REFERENCIAS ESPACIALES Y TEMPORALES
Las parábolas van más allá de una anécdota y una identidad concretas; quizás por ello, no sabremos nunca el nombre del Anderer (que puede no ser nadie o ser todo el mundo); quizás por ello, en esta novela no se dice explícitamente de qué guerras se habla (aunque lo adivinemos) ni dónde ni cuándo, ni lo que cree o defiende cada cual: eso sólo conseguiría que nos pusiéramos de parte de alguno de los bandos. El único enemigo, aquí, es la guerra, que pasa por encima de la humanidad entera como una enorme rueda de molino.
NOVELA DE BRODECK
Al día siguiente de la muerte del Anderer, el narrador-protagonista, Brodeck, inicia el informe y, lo que es más importante, la novela que leemos. Quizás necesite aligerar el corazón del peso que lleva y la muerte del Anderer ─el Ereigniës─ sea la piedra que remueve el estanque de su memoria, pero este Ereigniës no es el único que hace que sus recuerdos choquen unos con otros, como guijarros en un torrente. La mente de Brodeck avanza, retrocede, se bloquea, se encabrita, o huye zigzagueando como un animal acosado porque ese asesinato no es la única piedra que le ha caído encima. En torno a esos otros actos vergonzosos de barbarie (que pueden acabar en guerras o proceder de ellas) está estructurada ─desestructurada─ su vida. [
APÉNDICE I]INFORME DE BRODECK
Debo confesar que me siento perdida. La razón por la que le encargan que explique lo ocurrido al único inocente del asesinato se me escapa entre los dedos. ¿Para que los lectores comprendan y perdonen, para que los autores se perdonen a sí mismos o para que sea Brodeck quien comprenda que, si se mete en honduras, puede acabar como el Anderer?

El esfuerzo que se le pide es inhumano, porque ya nadie se comporta con él como antes y porque empieza a inquietarle que a él no le hubieran citado en la fonda aquella noche siniestra. Los lectores de la novela no leeremos ese informe, pero sí las averiguaciones que hace Brodeck para encadenar los sucesos ocurridos desde la llegada del Anderer hasta su asesinato. Trataré de simplificarlos por orden cronológico. No prometo nada. [APÉNDICE II]
OPINIÓN PERSONAL
Durante mi lectura, me di cuenta de que estaba asistiendo al fenómeno de la narración como si fuera un truco de magia. No sé si será porque Claudel crea un ambiente rutilante, como de manto de hada, pero yo tenía la sensación de que, en algún momento, mientras anotaba en mi cuaderno sus palabras de luz múltiple, desaparecería el libro y aparecería una muñeca muerta o algo por el estilo. No sé por qué razón pensé en “Los otros” ─otros otros─, aquella película de Alejandro Amenábar en que parece que hay fantasmas en la casa y, al final, son los protagonistas los que resultan estar muertos. ¿Y si Brodeck no hubiera regresado? ¿Y si Poupchette no hubiera nacido? ¿Y si Emélia no hubiera salido jamás del granero? ¿Y si lo que se sienta en la silla de la cocina no e Fédorine, sino su ausencia? ¿Y si no queda ni un alma en el pueblo? ¿Habrá existido el Anderer siquiera?

Pensarán que estoy mal de la azotea o que soy como esos animales que se ponen nerviosos con los golpes de viento, pero las pistas están ahí, si quieren verlas: los sueños que alejan a Brodeck del mundo; el viejo que lo ayudó a su regreso del campo; la inmaculada sonrisa del Anderer; el asunto de los zorros muertos; el perro sin amo; esa la carretera a la que a nadie se le ocurriría ir jamás; los senderos que pierden el trazado; el fantasma de un prado que no ha acabado de reencarnarse en ciénaga, y, sobre todo, la curiosa historia de Bilissi, aquel pobre sastre que abrazaba el aire sin darse cuenta de que jamás de los jamases había tenido una hija. Claudel siempre mira más allá de las cosas. Su sutileza es tal, que no acabo de ver si la verdad va por ahí. No sé a qué carta quedarme y no quiero saberlo: prefiero la duda. La guerra nos rodea de muertos que ya nunca nos abandonan. Ese mensaje, llevado en “La nieta del señor Linh” hasta sus últimas consecuencias, aquí es una de las lecturas que se pueden hacer (yo, al menos, la he hecho). Que cada lector comprenda lo que quiera. Lo que a mí me importa ahora es que, si el narrador va por ahí creyendo que lleva de la mano a su hija, es verdad para él, y como verdad la acepto. Esté en el estado en que esté ─cuerdo o loco; vivo o muerto─, lo que importa es que Brodeck puede contarlo. Luego, ya, sí; luego, ya, una vez que termina su informe y su novela, el pueblo se borrará de su mente, como se borró el pueblo desde el que había llegado. Luego, ya, tampoco el Anderer se quedará en la historia (me refiero a la historia de ese pueblo, no a la nuestra). No quedará ni rastro de él, ni siquiera un nombre para recordarlo.

Por mi parte, después de terminar la lectura, me encasqueté la gorra hasta las cejas, agité la mano para desentumecerla, y me quedé en mi escondite, inmóvil, un buen rato. Ya había cerrado el libro, pero seguía abrazada a él. Tenía la sensación de continuar sumergida en un mar a la vez oscuro y deslumbrante. El autor me acababa de decir algo muy serio: que, después de una guerra, todos podemos acabar matando ángeles. En medio de su clima misterioso, el mensaje restalla igual que un látigo en la grupa de un jamelgo, pero la voz con que nos lo da es como un agradable bordoneo de guijarros en un río cristalino. Claudel le toma al pulso al mundo para echar la guerra a escobazos, y da gloria cómo lo hace. Es como si dominase una lengua mágica. Aún siento en mis oídos la música de sus palabras ─agudas y brillantes como esquirlas─ y en mis manos el dolor de haberlas copiado. Mis novelas están sin escribir y yo aquí, apunta que te apuntará. Espero que el autor no se lo tome a mal (desde aquí, le pido disculpas) pero, para hacer este comentario, he acabado copiando su libro entero. No podía parar. Creo que no me he dejado ni una palabra.
AGRADECIMIENTOS
Bien, ya me he explayado. Ahora sólo me queda decirle a Philippe Claudel que se lo agradezco infinito y recordarles a ustedes que mi nombre es Carmen, Carmen Montalbán. Recuérdenlo, por favor.
BIBLIOGRAFÍA
CLAUDEL, Philippe. El informe de Brodeck. Soriano Marco, José Antonio (trad.). Barcelona: Salamandra, 2008. 280 p. ISBN: 978-84-9838-186-3

BIOGRAFÍA DE BRODECK HASTA LA LLEGADA DEL ANDERER

APÉNDICE I de El informe de Carmen Montalbán”, acerca de la novela “El informe de Brodeck”, de Philippe Claudel.
1) I Guerra (I Ereigniës). A los 4 años, Brodeck vaga abandonado entre las ruinas y los muertos que la guerra ha dejado en su pueblo, en el vientre podrido de Europa. La vieja Fédorine lo sube a su carreta, entre relucientes manzanas rojas, y se lo lleva lejos de ese lugar, del que, pronto, no quedará nada. Sin otra opción que mirar adelante, encuentran un pueblecito de 400 almas entre cimas y abetales. Es un paraíso de nieve inmaculada y hierba tierna en que se oye la risa de las hadas. Sus lugareños tienen la simpatía de un cardo borriquero, pero son hospitalarios, porque no han sufrido aún ninguna guerra.

2) Barbarie en la ciudad. Cuando Brodeck crece, el pueblo lo manda a estudiar al país vecino, donde se enamora de Emélia. La ciudad, al borde del caos, le resulta hostil. Los parados exigen pan y trabajo. Los extranjeros empiezan a ser mal vistos. La barbarie se desata (II Ereigniës) y la multitud forma alborotos demenciales, transformada en un monstruo que revienta cráneos a bastonazos.

3) II Guerra. Brodeck vuelve al pueblo ─con Emélia─ porque cree que las montañas formarán una muralla segura, pero incluso este rincón es ocupado por un escuadrón de los vencedores. El capitán domina su reino de terror haciendo rodar una cabeza (III Ereigniës) y exigiéndoles a los demás que, para no acabar también como ocas degolladas, limpien el pueblo de extranjeros. Brodeck será una de las dos víctimas de esa limpieza, que es producto del miedo de los demás.

4) El vagón. IV Ereigniës. Brodeck lo protagoniza ─como verdugo─ la quinta noche de viaje en el vagón atestado de un tren, camino de no sabe dónde. Va muerto de sed, dando bandazos contra una joven madre que oculta entre la ropa una garrafa de agua. Es al mal trago de ese vagón adonde la mente de Brodeck se empeña en llegar a través de su novela.

5) El campo de exterminio. El viaje en tren lo lleva a un campo en el que vivirá atado a una estaca, convertido en el perro Brodeck. Son tantos los Ereigniës que sufre allí (al menos, un ahorcamiento al día) que prefiero no contabilizarlos. Si sigue vivo, es porque desea volver con Emélia.

6) El regreso. Acabada la guerra, casi dos años después de su detención, Brodeck regresa al pueblo. Sus delatores lo miran con estupor y borran su nombre del monumento a los muertos. El escuadrón se ha ido. Brodeck empieza a zurcir su pasado y su presente junto a Emélia, Fédorine y una preciosa niña que antes no conocía, Poupchette. Evita las multitudes, escribe informes sobre la fauna y la flora del bosque, y sobrevive del único modo que existe para sobrevivir allí: procurando no hacerse notar y parecer tosco como un cencerro. Ya sabe lo que le hicieron a Emélia (V Ereigniës), cuya mente está en el abismo desde entonces, pero Brodeck no quiere saber quién se lo hizo. El perdón es el comienzo de la vida.
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ENCADENAMIENTO DE LOS HECHOS EN EL INFORME DE BRODECK

Apéndice II de “El informe de Carmen Montalbán”, acerca de la novela “El informe de Brodeck”, de Philippe Claudel

1) Llegada del Anderer. 13 de mayo. Llega por la carretera de la frontera, a caballo y muy cargado, pero no vende nada ni se ha extraviado. Desde la guerra, es la única persona que visita el pueblo. Es un personaje curiosísimo: parece fuera del tiempo, el espacio y la gravedad y llama por su nombre a su yegua y a su asno (el señor Sócrates y la señorita Julia).

2) Acto en su honor. 10 de junio. Se organiza para darle la bienvenida y averiguar algo sobre él. El Anderer escucha sonriente el discurso del alcalde, da las gracias y se inclina ceremoniosamente, pero no se presenta. La gente sigue sin saber cómo se llama, de dónde viene ni a qué.

3) Desconfianza en aumento. A medida que se prolonga su estancia en el pueblo, su silencio cada vez da más que hablar. Brodeck charla con él por primera vez el 10 de julio. El Anderer se confiesa amante de los paisajes y los retratos, y le pregunta el nombre de las cimas. Brodeck se las nombra ─no son ningún secreto─ para que él las anote en su cuaderno, pero eso le trae problemas con los lugareños desconfiados, que no paran de darle vueltas a lo que pueda estar tramando el Anderer.

4) Hecatombe de los dibujos. 24 de agosto. El Anderer convoca en la taberna a los hombres del pueblo para hacerles un homenaje mostrándoles sus retratos y sus paisajes. Invita a beber a todo el mundo. Los retratados, ya borrachos, no se gustan. Se ven a sí mismos ─lo que son y lo que han hecho─ y, bramando como animales, rompen los dibujos en mil pedazos.

5) Salvajada contra las bestias. 3 de septiembre. Alguien quiere darle a entender al Anderer que debe marcharse y, para conseguirlo, paradójicamente, comete una salvajada contra su yegua y contra su asno. Las muestras de dolor del Anderer hielan la sangre. Pero, salvo a él, esa crueldad no escandaliza a nadie. Se llega a decir que sus animales sólo podían ser criaturas del diablo y, como tal, empieza a temerse al dueño; sobre todo, después de la puesta de sol, cuando sale a chillar “¡Asesinos!” ante todas las puertas.

6) VI Ereigniës. Comienzos del otoño. Brodeck llega a la fonda por mantequilla y comprende que esos 40 hombres, a los que conoce desde hace años, acaban de matar al Anderer. Con la ira, la vergüenza y el miedo en el rostro, resultan más feos que una horda de bárbaros.
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