viernes, 15 de abril de 2011

Concierto Intercambio: Mérida en Móstoles

El pasado miércoles, 13 de abril, asistí en Móstoles a un concierto de intercambio entre un cuarteto de clarinetes del C.P.M. “Esteban Sánchez”, de Mérida, y la orquesta de Cuerda y Piano de Enseñanzas Elementales del Conservatorio anfitrión, el “Rodolfo Halffter”. Mediante este concierto, los músicos emeritenses devolvían la visita que el “Rodolfo Halffter” les hizo en 2009, y de la que ya les hablé en este blog, en relación a mis dos hijos, estudiantes de música en Móstoles: Daniel y Andrés Poncela (este último, aunque ya cursa 2º de Enseñanzas Profesionales, sigue formando parte de la orquesta, como pianista).

El programa de este año ha sido una verdadera belleza. En la primera parte, el cuarteto de Clarinetes del “Esteban Sánchez” interpretó “Claro de luna”, de Debussy; “Rosamunde”, de Schubert; “Canción de caza”, de la ópera “El cazador furtivo”, de Weber, y “Danzas rumanas”, de B. Bartók. Música sugerente, mágica, seductora que fue deliciosamente interpretada por Elisa Victoria Iruzubieta Pickman (clarinete bajo y directora del cuarteto) y por sus alumnos Carmen Sánchez Cabezas, Moserrat Vas Pina y Alejandro Mondragón Cortés.

Cuarteto de clarinetes del C.P.M. “Esteban Sánchez de Mérida”. Fotos: Carmen Montalbán

En la segunda parte, también los niños y niñas de Enseñanzas Elementales del “Rodolfo Halffter” tuvieron un programa muy interesante. Junto a sus clásicos clásicos (“Serenata nocturna” y “Rock hound”, de Frost; el tercer movimiento de “Sherezade”, de Korsakov; “Don Quijote cabalga de nuevo”, de Ramskill y “Summer Storm”, de Straub), esta orquesta tiene la suerte de contar con piezas compuestas expresamente para ella, como los “Homenajes” de Eduardo del Río Robles, profesor de Música de Cámara y Violonchelo del “Rodolfo Halffter. Son todos muy hermosos; pero, en concreto, el “Homenaje a Hiroshima”, me envuelve en una neblina blanca, fría y deslumbrante, que me pone de gallina hasta la piel del alma.

Otro compositor que ha aportado sus joyas al programa del “Rodolfo Halffter” ha sido el ex alumno David Gómez Alvarado, que ha aportado para ésta, su orquesta-cuna, “Dreaming” y “Tovarich’s vals”, para orquesta y violín, que la orquesta estrenó, precisamente, en Mérida, hace dos años, con Adrián Oter como solista. Ahora, en esta segunda ocasión, es Daniel Poncela quien ha debutado como solista. A pesar de ser tan joven (1ª de Grado Medio, o Enseñanzas Profesionales), ha aprovechado la oportunidad que le ha brindado la orquesta en la que “nació” musicalmente, y ha sacado de su violín un sonido precioso, afinado y valiente, digno de la exquisita composición de David.


Tovarich’s vals”. Foto: Carmen Montalbán

Pero el estreno mundial, la obra estrella de este concierto, ha sido “Lolita”, una tanda de valses para banda compuesta por Antonio Guzmán Ricis y adaptada para esta orquesta de cuerda y piano por un hermano de David, Álvaro Gómez Alvarado, que también entró en la música a través de la orquesta de Grado Elemental del Rodolfo Halffter.

El compositor Antonio Guzmán Ricis  (Barcarrota, 1896- Palencia, 1944) se dedicó a la música toda su vida. Fue director de las bandas municipales de ciudades como La Gineta y Villarrobledo (Albacete), Cuenca y Palencia. Murió poco después de obtener, con un éxito rotundo, la plaza de director de la Banda de Música de Sevilla.

Casualmente, hace poco, leyendo una biografía del gran poeta palentino Gabino-Alejandro Carriedo (“Gabino-Alejandro Carriedo, su continente y su contenido”), el autor, Amador Palacios, pone las siguientes palabras en boca de una hermana del poeta: “No dejaba de asistir a ningún concierto; los únicos que había por aquel entonces los daba la banda municipal de la localidad que dirigía el maestro Guzmán Ricis, hombre de gran talento musical. Obras de Chapi, Breton, Saint-Saens y muchos más entraban en su repertorio”.

Guzmán Ricis compuso más de 230 obras (entre otras, por ejemplo, el “Himno de Palencia”). De todas las composiciones dedicadas a sus hijos, “Lolita” es, quizás, la más alegre y juguetona. Lo curioso del caso es que la hija de Guzmán Ricis a quien va destinada  “Lolita” es la madre de María Dolores Encina Guzmán, la directora de la orquesta de cuerda que estrenó la obra en Móstoles, el miércoles. Fue emocionante. María Dolores Encina extendió en el atril las partituras sin decirle a nadie que habían sido escritas por el puño, la tinta, y el corazón de su abuelo.


Lolita” puede tener sus complicaciones para niños que (en su gran mayoría) no llevan estudiando más de cuatro años de Música. Según Álvaro Gómez Alvarado, la adaptación no resultó difícil, puesto que la obra es musicalmente redonda. Él sólo tuvo dice que centrar la armonía en el piano. ¿El resultado?: que “Lolita” me fascinó. Nos fascinó a todos. No es de extrañar que hayan sido estudiantes tan jóvenes quienes han estrenado la obra. Guzmán Ricis siempre estuvo interesado por la enseñanza (publicó varios libros de solfeo y fundó la Academia Municipal de Música de Palencia) y su nieta, Lola, ha heredado de él la pasión por la música y la vocación pedagógica. Su trabajo de los matices y las articulaciones, y sus concienzudos, pero alegres ensayos, no sólo lograron aplausos fervientes y mucha gratitud por parte del público, sino una alegría que en lo que a mí concierne todavía perdura.

Armonía en el piano”; “Alegría en los ensayos”. Fotos: Carmen Montalbán

En fin, que aunque no puedo ser imparcial les aseguro que el intercambio entre “Rodolfo Halffter” y “Esteban Sánchez” fue todo un éxito (musical y humano) que concluyó con una convivencia entre músicos de Mérida y de Móstoles y un feliz intercambio de repertorio y de experiencias. Hasta siempre, Mérida.


Las chicas del cuarteto de clarinetes homenajean a la directora de la orquesta de cuerda. Foto: Carmen Montalbán

viernes, 1 de abril de 2011

La paz y la palabra: la guerra, no

Sí, ya sé  que tenemos que hablar de muchas cosas y que yo había pensado charlar con el poeta del amor, ahora que es primavera. El gran problema es que, después de muchos días pidiendo en todas partes que ayudasen a la población libia y que la protegieran de Gadafi (uno de aquellos reyes malos a quienes escribí mi carta en Reyes), ha empezado una guerra. Perdonen, no entendieron: GUERRA, NO. Yo quería evitar bombardeos sobre aquellas personas; no que las bombas, ahora, fueran nuestras. ¿Es que no había manera de echar al dictador, ir contra el asesino, y devolver a los demás su libertad sin convertirlos en hombres libres muertos?

“La guerra”, Carmen Montalbán

Llámenme simple sí, prefiero serlo, pero este sinsentido casi ni con poesía conseguiré entenderlo.

¿Quieren imágenes de muerte y destrucción?: pues no vean la tele ni lancen misiles, lean unos cuantos versos y húndanse en las imágenes poéticas. “Los cuatro sonetos del Apocalipsis” y otras muchas más poesías de guerra han hecho retratos de bestias feroces; de querellas que surgen como toros; de un invisible avión que moscardonea; de interminable sangre por el campo; del rugir de cañones; de ballestas; de esas otras armas actuales que transforman las venas en mariposas negras y moradas; del ciego sol, la sed y la fatiga; de amaneceres ardientes; de un aire que se convierte en humo; de cuerpos desgarrados ─leña para quemar─; de cocodrilos que nunca más cocodrilearán; de niños muertos…

Ya sé que, esta vez, la guerra no es cosa de uno ni de tres, sino de toda la Comunidad Europea; aún así vayan acabando ¡ojo con ella! Gane quien gane, para muchos libios, después de tanto horror a manos llenas, ya no podrán venir años triunfales… ¿O acaso no son ellos los que importan?


“Los que importan”, Carmen Montalbán

Algún que otro poeta, entre clavel y espada, nos advierte en alguna obra incompleta (interrumpida, acaso, por la guerra) que, aquí y ahora, mientras traza su curva el pez de fuego en Libia, no habrá nadie, absolutamente nadie, que gane nada (salvo petróleo, unas cuántas empresas que nos lo venden cada vez más caro y que ya no lo rebajarán cuando cambien las cosas, como si, para ellas, el precio sea un terreno conquistado).

Algún que otro poeta ─que llegó con un nudo en la garganta y una mirada cosmopoética─ dice que la poesía, gozosamente incrédula, se arma únicamente con palabras y con voces hermosas e inflexibles; dice que sólo ella ─la poesía─ vence lo que parece un imposible. El poeta del que hablo pide, como yo pido, la paz y la palabra y un lápiz y un papel, para acabar la carta del soldado. Porque esa carta, ¿saben?, que empezó perdiendo al remitente, habría hablado de los hombres, pero no de todos. De todos, no, nunca. Eran tres. Eran dos. Era uno… ¿Recuerdan a Lorca haciendo la resta de árboles cortados?

“Era un árbol”, Carmen Montalbán

Sólo tengo un consuelo: sé que esos tres ningunos ya no podrán matar ningunos pájaros.

Por tuyo se da el castillo, poeta, para que eches tu carta; eso sí, es un castillo vacío, materia de testamento: aquí no quedará tampoco destinatario que valga. Cero: así es como termina toda guerra.

*Recorte elaborado con citas de algunos de los poetas enumerados al final de mi entradaQue tenemos que hablar de muchas cosas”.