Los chicos y chicas de la Orquesta de Enseñanzas Elementales del Conservatorio de
Móstoles se han reencontrado, por fin, con sus amigos de Llíria. Los esperaban con impaciencia porque compartieron
concierto con ellos en tierras valencianas hace ya tres años. María Dolores Encina
Guzmán –Lola–, la directora de la Orquesta mostoleña, estaba muy contenta de que
el director de la banda edetana, José Vicente Escrig, hubiese
conseguido organizar el viaje. Imagino que el problema era la crisis. Ya saben:
menos ayuda institucional, más dificultad familiar; en proporción inversa. La
energía y el tesón de este gran músico (a quien Lola considera alma gemela)
lograron que el encuentro se realizara el pasado siete de junio, en el
Auditorio del Rodolfo Halffter. Es una suerte caer cerca de gente así: gente
que, a fuerza de confiar en su embajada, consigue que los gigantes enloquecidos
de las tijeras –que se empeñan en cortarnos los bolsillos– no le corten las
alas a la música…
De arriba abajo: Banda
de 1º y 2º de Enseñanza Profesional CPM de Llíria; Orquesta de Cuerda de
Enseñanza Elemental CPM “Rodolfo Halffter”, de Móstoles, y Grupo de Cámara de
Enseñanza Profesional CPM “Rodolfo Halffter”.
¡Qué peste! ¿Por qué le pondría yo este nombre
a mi blog? Lo empecé cuando nadie se echaba a temblar al oír la palabra
“recortes”. Lo que yo pensaba entonces, al pronunciarla, era en mi madre. Me la
imaginaba cosiendo, rodeada de los trapos multicolores que le sobran de este
vestido o del otro. Mis recortes no se idearon para quitar, sino para poner. Al
igual que mi madre (que a veces junta retales de muy distinta procedencia para
hacer una bonita colcha), yo intentaba formar un collage con las rebañaduras y
las hebras que se me quedan pegadas a la piel cuando leo, cuando miro, cuando escucho
algo bonito…
Pero estoy desvariando… El Programa del
Concierto de Intercambio “Llíria en Móstoles” evitará que me vaya por las
ramas.
PROGRAMA
En la segunda parte, la Orquesta de Grado
Elemental del Rodolfo Halffter, cada vez con una voz más dulce y más segura,
repitió sus dos últimos estrenos: Caramelo Vals y Tres maneras distintas de caminar.
Ya les he comentado esas preciosas obras de Álvaro Alvarado y Pablo
Jesús Berlanga. En esta ocasión, además, teníamos la inmensa suerte de
que Pablo Berlanga estaba en la sala (Álvaro Alvarado, en cambio, no pudo acudir). Por supuesto, ambos fueron aclamados muy calurosamente
por parte del auditorio y de los agradecidos músicos que interpretaron sus
creaciones.
Si deslizan ustedes el dedo programa abajo, hasta
el Grupo de Cámara de Enseñanza
Profesional del Rodolfo Halffter, les comentaré una coincidencia: también
estaba presente el autor de Flor del Turia, Vicente Sempere Gomis. ¿Recuerdan que les hablé de una entrañable “clase
magistral” que les dio a los niños en 2010, para que trabajasen su obra? El “desprendimiento”
con que les ayudó entonces me hizo pensar en algo que le he oído decir a María
Dolores Encina más de una vez: la mezquindad se queda para los mediocres; los
artistas verdaderamente grandes son generosos, no pueden evitarlo.
Mª Dolores
Encina; Vicente Sempere Rastad; José Vte. Escrig Martínez y Vicente Sempere
Gomis. Foto: Carmen Montalbán
Posiblemente se hayan extrañado de que un grupo
de Grado Profesional se sumase a un encuentro planeado, en un principio, para
la orquesta de Lola y su banda invitada. Se lo aclararé: los ocho chicos que forman
el octeto eran miembros de la Orquesta de Grado Elemental cuando ésta estrenó
mundialmente Flor del Turia, en 2010; lo que ocurrió, precisamente, en Llíria.
La salida de la orquesta
de aquel año fue tan gratificante, que los niños no la olvidaron. Cuando le propusieron
a Vicente Sempere Rastad la
formación del grupo, lo hicieron con deseos de perpetuidad, sí, pero su motor primero
fue ése: darles las gracias al autor de la obra y a los amigos que hicieron en
Llíria, ofreciéndoles de nuevo Flor del
Turia, una de las obras con las que crecieron. ¡Oh!, ¡la identidad! El
resultado fue un bonito homenaje a Vicente Sempere Gomis... Porque, para colmo,
estos ocho músicos están dirigidos por Vicente Sempere Rastad –el hijo del homenajeado–,
que es un excelente profesor del Rodolfo Halffter, serio en el estudio, y con
una sensibilidad y un respeto exquisitos hacia la buena música. La actuación de
su Ensamble de Saxofones es uno de
los momentos que más disfruto en los conciertos de Navidad.
¿Y qué me dicen del programa que traían a
Móstoles los “embajadores” de Llíria? ¡Lo que nos habríamos podido perder! Los
músicos de esa banda son muy jóvenes (1º y 2º curso de Enseñanza Profesional);
sin embargo, su sonido y su maestría sorprendió al auditorio. La actuación de
Jorge López Ramos y de Juan José Martínez Sevilla (respectivamente, bombardino
y trompeta solistas) en el “Tema B.S.O” de El Padrino II fue una preciosidad.
Jorge López Ramos
y Juan José Martínez Sevilla. Foto. Carmen Montalbán
Una de las más bellas obras que la banda traía
programada (echen el dedo a la izquierda) era, también, de Vicente Sempere
Gomis. Los chicos de Llíria saben que Sempere es muy querido en Valencia, pues
fue director de la Banda
Musical Primitiva de Llíria, la más antigua de España. ¿Quieren otra coincidencia? El
actual director de La Primitiva es José
Vicente Escrig. La obra de Sempere que Escrig había elegido para este Concierto
(Ben-Alí, “Marcha mora”), era
también, supongo, un modo de expresarle admiración al maestro. No olvidaré la
impresión que me causó que, al término del Vals de Shostakóvich, José Vicente
Escrig se volviera a hacerle una reverencia y le invitase a dirigir la marcha
él mismo. Si yo compusiera música, me habría muerto de miedo en ese instante;
pero Vicente Sempere se levantó, aceptó la batuta, y se puso al frente de los
niños y niñas para ofrecernos una obra preciosa y sugerente.
Vicente Sempere
Gomis. Foto: Carmen Montalbán
En conclusión que, a los brillos de la música
hubo que sumar ese otro diamante que hace que –en intercambios como éste– la
satisfacción que nos deja la belleza se multiplique en nuestro interior: la
emotividad. No sé en qué sentido funcionó mejor el… “efecto prisma” (del
corazón al oído o del oído al corazón), porque el resultado es un todo formado
por muchas facetas que se funden y confunden; de lo que estoy segura es de que
escucharlo dirigir una obra suya ante unos chicos tan ávidos, dispuestos y
agradecidos es otro de los tesoros que me han ido enriqueciendo desde entonces…
en el mejor sentido de la palabra. De ahí en adelante, hasta que el Grupo de
Cámara cerró el acto con Flor del Turia,
el concierto entero se convirtió, con una admirable naturalidad, en un homenaje
a ese desprendido compositor, uno de nuestros primeros maestros de orquesta;
primeros en orden cronológico y en categoría musical y humana: Vicente Sempere Gomis.
La emotividad. Foto:
Carmen Montalbán
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