No puedo decir
mucho de un concierto de piano en el que tantos niños y niñas (21 en total) de
edades tan diferentes interpretaron piezas de tantos autores y épocas. Si le
echan un vistazo al programa, entenderán que buscar un hilo conductor para
narrarles mis impresiones de aquel encuentro sería pedirme demasiado, puesto
que tendría que hablar de impresiones distintas según el intérprete y la obra que
cada cual ofreció.
Sin embargo,
sí hubo un pensamiento mío que se repitió escuchando a cada uno de esos jóvenes
pianistas (algunos, jovencísimos) de ambos Conservatorios (el Adolfo Salazar y el Rodolfo
Halffter): eran todos muy buenos. El nivel musical me pareció
homogéneo, sin que ninguno desmereciera del conjunto de sus compañeros. Esta es
la razón, supongo, por la que el concierto resultó tan agradable.
“Caricia”. Foto: Carmen Montalbán
La música de
esos chicos y chicas me acarició los oídos y dejó en el aire buenas
vibraciones. Las noté en el aperitivo que la AMPA del Rodolfo Halffter ofreció
después. Había ganas de charlar unos con otros y de repartir felicitaciones. Todos
estaban contentos: los profesores, los alumnos, el púbico, yo...
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