martes, 10 de agosto de 2010

“ODA A LA POESÍA”

Estoy abrazada a un libro que me acaba de enviar mi amiga Isa: “Poesía”, de Gabino-Alejandro Carriedo. Es un poeta palentino; “un oculto poeta mayor”, como lo llama, en el prólogo, Fanny Rubio.

Me siento tan feliz con esta bellísima edición de Concha Carriedo y Antonio Piedra en la Fundación JORGE GUILLÉN, que aún no la he abierto. Ya me hundiré en ella ─en eso estoy y estaré siempre puesta─ en mejor momento; primero, he de pensar, en general, en la belleza de la imagen poética.



Museo de Arte Contemporáneo de Móstoles”. Foto: Carmen Montalbán

Isa es una grandísima lectora de poesía. Cada vez que habla de ella, presiente la poesía que la poesía merece y le canta una oda, sin pretenderlo.
En esta Babel bárbara, ¿cómo, si no, entendernos?

¿Acaso no habla el poeta de todo lo que a todos nos importa? Esto me ha recordado que todavía
tenemos que hablar de muchas cosas ─ ¿se acuerdan? ─; entre ellas, de POESÍA, y de esa cosa extraña que es ser poeta.

Hoy pretendo entender por qué nos hace falta la poética. Veamos si, para ello, formo en este collage algún poema difícil en el que algo suceda.

¡En la vida me he visto en tal aprieto! Pues, claro está, he de hacerlo (es vicio de este blog) repitiendo la voz debida a los poetas. Y digo que es difícil porque un verso ha de ser como una llave
y brillar con luz delicadísima.

Con la buena poesía algo sucede, siempre. Con la buena poesía (tan perfecta en sí misma que milagro parece), siempre brilla una luz o se abre alguna puerta.

El poeta, por riqueza, sólo quiere belleza. Ése es su lenguaje; sin él, vagaríamos por entre las ruinas de la inteligencia.

Ruinas”. Foto: Carmen Montalbán

Conste que estoy hablando de imagen poética, no de falsos silogismos de colores. No de sombras, de ficción, persuasión, elocuencia, cautelosos engaños del sentido, desvarío y fórmulas.

No, no hablo de eso.

Hablo de proclamar la verdad ignorada y de mirar con ojos que ven por vez primera, para que todo esté mucho más claro.

Porque el poeta trata con un idioma mágico que vuelve el verbo en tango. Lo suyo no es tan sólo invitación al llanto; si él habla de llorar, lo suyo es llanto.

Al final, como canta tan hondo, el poeta se inventa el pensamiento mismo con palabras que son, precisamente, aquellas cosas de las que está hablando…
Y lágrimas… y risas… y colores… y notas…

Ahora, aún sin entrar todavía en el libro que Isa me ha regalado, pero con él metido ya en el pecho, todo tiene sentido… o lo tendrá, y yo lo captaré tras escuchar la voz que clama en el abismo.

Así pues, sin nadie a mi costado ─ahora sí es el momento─, me hundo como un sapo saltimbanqui en las profundidades de estos versos. Prometo retener en mi retina cuantas letras rodean y tomar a sorbitos pequeños todas esas palabras que me dan a beber eternidad.
Ya ven que el arte es nieve derretida.

¡Vamos!, abran el libro.

Sus almas y la mía se quedarán temblando.

No hay comentarios: