sábado, 19 de noviembre de 2016

CARMINA BURANA: música y literatura

Carmina Burana es una colección de cantos goliardos de los siglos xii y xiii reunidos en un manuscrito encontrado en Baviera (Alemania) en el siglo xix. Carmina viene de carmĕn, ‘canción o poema’, y Burana de Benediktbeuern, la abadía benedictina en la que hallaron el manuscrito. Carl Orff, compuso la cantata escénica del mismo nombre, Carmina Burana, en el siglo XX. Para su letra usó 23 de esos casi 300 poemas, organizados en una introducción, tres partes y un final, con un total de veinticinco números (uno de ellos, repetido; otro, sin letra).


Yo escuché la cantata de Carl Orff –versión para dos pianos y percusión– durante el curso pasado; en una Audición de Coro del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, RCSMM.


Era abril. Recordad que hizo un calor infernal. Pero no hubo atadura que me retuviese a mí. Llegué a Atocha ardiendo toda entera. El trono en que me acomodé estaba en la última fila. Perdonad si no puedo mostraros una imagen clara del evento. Desde allí no veía al profesor Mariano Alises, que hizo, a mi parecer, muy buen trabajo. Bajo su dirección, más de cien estudiantes de música arrancaron a cantar a la vez, a pleno pulmón. Los coros estaban formados por alumnos del RCSMM y de los Conservatorios Profesionales de Amaniel y El Escorial.


Los coros frente al público: dos multitudes a presión, girando en la misma rueda…


Los solistas eran la soprano Juana Molinero, el tenor Ramón Farto y el barítono José Miguel Baena. Su canto fue admirable; sin embargo, yo, la primera vez que intervino el barítono, escuché su falsete y fruncí el ceño. ¡Ay de mí! No recordé enseguida que parecer borracho como una cuba formaba parte de su papel; que, aunque allí no había escenario, esa voz de beodo era una exigencia dramática para el cantor-personaje, que ardía de desazón en la taberna, donde se suponía que estaba bebiendo sin ley alguna.

Pero, ¿qué iba yo a entender de unos versos en latín, alemán, y provenzal? Disculpadme: hasta aquel día, mi idea del Carmina Burana no iba mucho más allá del “sonido disoluble” que mencioné tiempo atrás en este blog, pensando en la serie Cosmos. Conocía, claro está, el famosísimo y rotundo O Fortuna, que constituye la primera parte del preludio y se repite al final de la obra. ¡Impresionante! Es un fortissimo estremecedor que vale la pena escuchar en directo. Todo resulta tan vibrante, que me pilló por sorpresa, aunque lo estuviese esperando.

¡Qué poca agudeza mental! Tendría que haber recordado antes a los autores anónimos de aquellos poemas: los goliardos (clérigos errantes y gente enredada en los vicios). Creo que en sus canciones había más vivas al vino y a las mujeres que en las de Manolo Escobar. Sus temas no podían ser más profanos: todos los placeres que esos “tunos de la Edad Media” querían festejar (es decir, todos los que pudieran). Transmitían el hoy famoso mensaje del “carpe diem”: ‘aprovecha el momento’ y, por eso, el “sello” de sus obras era urgente; porque, si no disfrutábamos pronto de la vida, la fortuna pondría nuestra suerte de espaldas y nos privaría de la oportunidad de hacerlo.

Así pues, en aquella ocasión, aunque había venido a oír música, me sentí muy impaciente por comprender la literatura que había detrás de las notas. Tenía unas ganas arrebatadoras de ir a buscar traducciones para entender aquellas impetuosas letras. Salí de la audición feliz y decidida. Tras un concierto, el tiempo tiene un sabor vital, alegre. ¡Que se vaya la tristeza! Luego, en cuanto volví a casa, busqué información sobre la estructura y el sentido literario del Carmina Burana. ¡Qué yugo tan agradable!

Encontré lo que buscaba por azar. Desde la web El tamiz, Historia de un ignorante, ma non troppo, me dejé llevar (como sobre una nave sin marinero) hasta la obra. Es un blog estupendo. Os resumo y barajo en imágenes lo que conseguí entender. 

¡Solamente, disfrutad!

(Ver más en LOS CONCIERTOS DEL CURSO 2015-2016











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