miércoles, 17 de agosto de 2011

FERNANDO CASADO: FOTÓGRAFO

A mi vuelta de vacaciones, mientras ordenaba con añoranza la infinidad de paisajes que traje de Asturias y arreglaba los niveles de los retratos que les hice a los amigos y amigas de allí, recordé con gratitud al fotógrafo Fernando Casado; que, además de realizar books profesionales, editoriales de moda y todo tipo de fotografía de estudio, fue mi profesor en el Centro Cultural de Campamento, en Madrid, durante el curso pasado.

Quería haberle llamado para contarle que, en Julio, mientras estuve fuera de Madrid, la EUIT de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid le concedió el segundo premio del Concurso de fotografía Revela-tic a una foto mía, con la que expresé, con las técnicas que él me enseñó, la idea de que las altas tecnologías nos retratan a todos. Las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) ya no son una simple herramienta, sino el ambiente mismo en que nos movemos…

“Autorretrato… en tu ambiente”. Foto: Carmen Montalbán.

Sin embargo, no marqué el número de Fernando; en lugar de eso ya metida en materia fotográfica, conecté el ordenador y me entretuve admirando sus fotografías. Y aquí estoy. Pasear por las series ordenadas de la Web de Fernando es un placer que afecta a distintos sentidos. Tan pronto exhibe entre cristales los productos que fotografía, como si fueran objetos de arte, como hace brotar collares de una rama. En su serie de gastronomía, Fernando me embarca en un plato y me hace navegar por un archipiélago de sabores.  En “Cutex”, me permite acariciar a la vez materiales muy distintos: la untosa pintura y el filo de un cuchillo; tijeras y arena; acero y cera; metal y fuego… La serie de interiorismo convierte en piel las paredes e invita a pasar hasta el fondo de sus cuartos íntimos. Fernando Casado también capta exteriores: fuentes, plazas, museos, pueblos perdidos, tejados, soportales, murallas, soledades… la noche y el día en la ciudad; edificios impresionantes que él ve desde ángulos sorprendentes para que logren mirarnos a quienes los miramos.

Su estilo (aún más patente en su serie personal) tiene el encanto de lo chocante y la tensión de lo contradictorio. Este espacio es una mina en la que alguien ofrece fruta fresca; una mina que tizna de carbón para que aún reluzca más el huevo de oro que se acabará encontrando. Pues aquí es donde Fernando permite a su técnica jugar más libremente con las formas, con las texturas, con el tacto, con los colores… 

Foto: Fernando Casado

Aquí, el artista congela cuchillos; le da forma al hielo; saca música de un tacón de aguja; descompone el tiempo en partes, para que se pueda bailar en brazos del antes y del después, al ritmo, quizás, de un trombón de varas. El resultado es como el paisaje de un sueño en cuyo interior se ha colado el fotógrafo con pasos felinos para mirar adentro del durmiente: el percusionista adormecido, la persona.

Foto: Fernando Casado

Porque el principal objeto del arte de Fernando son las personas. En su Web veo gente de todas clases: desde atractivas modelos posando para portadas de revista con sus besos de carmín-couché y su aire de ficción… Pulp, a su ─más instantánea y más dramática─ serie de ilegales en blanco y negro, donde Fernando capta miradas desconfiadas de algún top manta vendiendo bolsos en esquinas infectas (a ver qué tal se da hoy) o huyendo a la carrera de una vida que no acaba nunca de convertirse en vida si no es a la desesperada… Su galería es de lo más variopinta: actores, actrices, príncipes, princesas, cantaores de éxito, músicos anónimos… Ricos frente a callejeros que hacen música en las copas, piden limosnas de dignidad, dan de comer a las palomas, y hacen volar efímeras y luminosas pompas de jabón sobre su mundo gris.

También los retratos de estudio de Fernando Casado hablan de cada cual: aquel es sensual; aquélla, dulce; aquella, juguetona; aquel niño es valiente; aquella niña es capitana de un tonel y ese otro muchacho, un pícaro enredoso capaz de navegar en el estuche de una guitarra. Por aquí y por allá hallo mujeres que él transforma en hadas de los bosques o en expedicionarias urbanas. En sus telas de mujeres colgadas de una tela ─una mezcla entre el circo del sol y el loco del Tarot─, se percibe a la vez el peso de una pared agrietada y el volátil movimiento de los giros del alma.


Foto: Fernando Casado

Siempre late una idea al fondo de cada una de las fotos de Fernando. La serie “Luz”, especialmente, retrata conceptos. En un recinto blanco hay una ventana y un hombre encerrado ─un hombre esquemático: el hombre─; puedo ver el ángulo limpio de la luz incidiendo en ese interior solitario; puedo ver la agresividad de ese rincón que aísla y extermina. Lo que veo en realidad en ese espacio lineal, arquitectónico, son las reglas con las que el hombre se defiende de su propia guerra.


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