lunes, 21 de junio de 2010

Dos conciertos fin de curso: INTERCAMBIO de orquestas (Móstoles en Llíria) y concierto SOLIDARIO POR HAITÍ en el Conservatorio Rodolfo Halffter

El sábado 12 de junio asistí en Llíria (Valencia) a un concierto de intercambio de orquestas. La Orquesta de Cuerda de Enseñanzas Elementales del Conservatorio Profesional de Música Rodolfo Halffter, de Móstoles (Madrid), fue invitada a tocar junto a la Orquesta de Cuerda del Conservatorio Profesional de Música de Llíria.



La acogida del Conservatorio de Llíria a los jóvenes músicos mostoleños fue inmejorable. El auditorio estaba repleto de un público que disfrutó de la música y la aplaudió agradecido, con calor y con afecto.



Músicos atentos al discurso de bienvenida
La sensación que me traje de allí fue la de que todos estábamos disfrutando: los que tocaban y los que escuchábamos.

El programa de la Orquesta del “Rodolfo Halffter”, dirigida por María Dolores Encina Guzmán, fue el siguiente: “Serenata nocturna”, de Frost; “Don Quijote cabalga de nuevo”, de Ramskill (de ahí, quizás, que me sintiera yo tan quijotesca en aquel
viaje); los bellísimos “Homenajes” de Eduardo del Río Robles a Hiroshima, a la imaginación de los niños, a J.C. Arriaga y a las culturas del mundo; el tercer movimiento de “Scherezade”, de Rimsky-Korsakov; “Dreaming”, de David Gómez Alvarado; “Flor del Turia”, de Vicente Sempere Gomis; “Rock Hound”, de Frost, y “Summer Stomp”, de D. A. Straub.


Los enardecidos aplausos a “Flor del Turia” (sobre una canción popular valenciana) hicieron saludar al compositor Vicente Sempere Gomis.

El programa de la orquesta anfitriona, dirigida por José Vicente Escrig Martínez, fue el siguiente: “Canción del marinero”, Opus 68, nº 1, de E. Grieg; “Albora” (Allegro / Allegro-Rondó) de J. M. Bañuls Cervera; “Cuerdas mágicas” (Andantino / Vivace), de Jesús Muñoz Monterde; “Suite italiana” (1. La trompeta italiana / 2. Rondó espirituoso), de Sheila M. Melso; “Gabriel’s oboe”, de Ennio Morricone, con la oboe solista Inmaculada Veses Gil; “Pocahontas” (selección), de Alan Meneen, y “Piratas del caribe” (selección), de Klaus Badelt.



La Orquesta de Cuerda del Conservatorio Profesional de Música de Llíria preparada para actuar. Foto: Carmen Montalbán
También el éxito de la orquesta de Llíria fue rotundo.


Personalmente, me gustó muchísimo la dulzura del oboe de Inmaculada Veses y la fuerza y sonoridad de “Piratas del caribe”, que me tuvo en vilo, esperando ver aparecer en la sala a Jack Sparrow sobre su Perla Negra.

Y, para finalizar el curso musical, la Orquesta de Grado Elemental del Rodolfo Halffter participó cuatro días después, el pasado miércoles 16 de junio, en Móstoles, en el CONCIERTO SOLIDARIO en apoyo de la labor que realiza la Cruz Roja Española en HAITÍ. Tras ella, el Quinteto “Lumière” (violín I: Francisco J. de Tapia Gómez; violín II: Raúl Oliveros Herrero; viola: Aurelio Pérez de Gracia Armengol; violoncello: Mª José López Fernández; piano: Pablo J. Berlanga Rui-Díaz) habló con mucha gracia de la música de cine que iba interpretando después, con maestría. A continuación, la Orquesta Sinfónica de Enseñanzas Profesionales, dirigida por Alexander Schnieper, con Natalia González de León al piano, interpretó el Primer Movimiento del Concierto para Piano y Orquesta nº 23, de Mozart. El Ensemble de saxofones, dirigido por Vicente Sempere Rastad, interpretó el II y IV movimientos de “Serenade” Op. 44, de A. Dvorak. La Orquesta de Cámara de Enseñanzas Profesionales (Violín I: Darío López Rodríguez; violín II: María Reinoso Pastor; violín III: Abel Antonio Cruz Lezama; violín IV: Carolina Alcántara Conejero) interpretó el I Movimiento Allegro del Concierto para 4 violines Op. 3 nº 10, de Vivaldi. Finalmente, bajo la dirección de Alexander Schnieper, la Big Band Elemental y el Coro Gospel interpretaron “Giorgia”, de Ray Charles; “Spain”, de Chick Corea; “Just Friends” (música de John Klenner y letra de Sam M. Lewis) y “Oye cómo va”, de Tito Puente.

También fue un precioso concierto. Si no le dedico una entrada aparte en este blog es porque no me llevé la cámara. No tenía entrada ni, por tanto, pensamientos de asistir. Por fortuna, en el último momento, alguien que tenía que marcharse me cedió el último sitio libre.



Jóvenes violinistas del Rodolfo Halffter. Foto: Carmen Montalbán
Lamenté no poder sacar fotos, porque también aquella música pintó en el aire colores invisibles. Antes y después de un concierto hay momentos de gran intensidad plástica: la afinación de instrumentos; la concentración de los músicos; el apoyo y la tensa intimidad de los compañeros de atril; los instrumentos en reposo…


Concertino afinando. Llíria. Foto: Carmen Montalbán
Lo que sí hay es un DVD con la grabación de este concierto solidario por Haití. Los interesados en adquirirlo, escribir un correo electrónico a:ampa_conservatorio@hotmail.com

Les deseo un feliz y musical verano.

“La plástica de la música”. Foto: Carmen Montalbán

viernes, 18 de junio de 2010

Carmen Montalbán en Higueruelas (Valencia)

Estos días, me he perdido por Valencia.

Viajé allí para asistir al concierto de intercambio que se celebró el sábado día 12 entre la Orquesta de Cuerda del
Conservatorio Profesional de Música de Llíria y la Orquesta de Cuerda de Enseñanzas Elementales del Rodolfo Halffter, de Móstoles (Madrid). Yo había mencionado ya el intercambio en este blog; lo anuncié el día de la clase magistral de Vicente Sempere Gomis en el conservatorio Rodolfo Halffter. El resultado del trabajo previo de ambas orquestas (invitada y anfitriona) fue un delicioso concierto que ilustraré en mi próxima entrada con algunas de mis fotografías.

Hasta entonces, me limitaré a hablar de mi estancia en tierras valencianas.

Fue el fin de semana pasado (del 11 al 13 de junio). Me alojé en Higueruelas, un pueblo cercano a Llíria, hospitalario donde los haya.

“El cielo de Higueruelas”. Foto: Carmen Montalbán

A pesar de la casi continua amenaza de lluvia, no pudo hacer mejor tiempo.

Saqué la cámara; abrí los ojos, y les planté cara a treinta ─o pocos más─ desaforados gigantes metálicos.




“Turbinas de viento”. Foto: Carmen Montalbán

Son robots a imagen de aquellos antiguos molinos manchegos. Les han puesto tres brazos largos, algunos de casi dos leguas, pero sus aspas, volteadas al viento, no hacen batalla con nadie… Ni con el Quijote se habrían enfrentado. Lo que intentan estos gigantes es hacer andar las piedras de las canteras y mover las turbinas de las fábricas.

Con tales aliados, observé llena de energía las industrias valencianas.


“Industria valenciana”. Foto: Carmen Montalbán

Comprobé el tacto rasposo de sus fábricas de cemento.


“Cemento y nubes”. Foto: Carmen Montalbán
Entre los ciclistas, que hacían su particular vuelta a la sierra de Higueruelas, fui a pie. No estoy cursada en esto de las aventuras en bicicleta. Me he caído de tantas, que les tengo miedo.




“Ciclista”. Foto:
Carmen Montalbán
Lo que sí fue para mí un suceso digno de feliz recordación fue mi capítulo en el camión. En tiempos, quise uno para ser feliz, como le pasaba a Loquillo. Pues, bien, la aventura fue guiando mis cosas mejor de lo que había acertado a desear, porque ─diciendo esto─ me permitieron subirme a uno bien grande.



“Valquiria". Foto: Eduardo Poncela

Iba tan puesta yo entre la cabina y el volquete, cargado de almendras dulces, que me sentí una Valquiria en plena cabalgata. “¡Non fuyades, cobardes y viles criaturas!”.

Los valencianos me vieron tan contenta (Pipe en particular), que ni echaron de ver mis escasas dotes como camionera y me permitieron sentarme al volante… a broncearme el brazo.


“Camionera eventual”. Foto: Pipe
Y hablar por radio con los compañeros de la carretera.

“Cambio y corto”. Foto: Pipe
Gracias, Pipe.

Corto y cierro. Buena rutica y buen descanso.

miércoles, 2 de junio de 2010

Poemas como manos extendidas

Ahora, leeré poesía. ¿O no recuerdan ya que tenemos que hablar de muchas cosas; de todas esas cosas de las que habla el poeta? Hoy, como ayer (aunque ayer hablé en prosa y hoy emplearé la voz al poeta debida), me toca cantarle a la SOLIDARIDAD. Porque, sí, la poesía es también un canto general de vida y esperanza para la oscura gente y una herramienta para los alfareros que se van derramando, poquito a poco, en su propia greda.

Los versos son los dedos machacados de no sé qué joyero que cincela canicas como perlas para niños de voz endurecida; son las manos de todos los poetas, abiertas como escudos frente a quienes tocan fondo (para los que la vida es incluso peor que una ciudad en guerra).

[Tomo prestada esta foto de la Web de Avaaz. El mundo en acción]


La poesía es la única arma cargada de futuro, porque fluye y se pierde al tiempo que da el “no” a todos los “nos” y lo condena todo… todo lo que condena la verdad sincera y todo lo que ayer condené yo. La poesía no sólo es un grito en el mar; un grito de imposible traducción. La poesía es, a la vez, un gemido de viejos dolores y una copa de vida nueva. Es un amigo si te falta un amigo. Y una estrella.


El poeta responde con fábulas morales, sin dudar. Porque él, que nunca tuvo miedo, baja a la calle siempre, aunque esté bloqueada. Sus poemas son moralidades para los que disponen y gobiernan; tratados de urbanismo que actúan contra los puentes levadizos; leyes de hospitalidad; palacios para el pobre; puertas abiertas de par en par para los que no se pelean ni matan; murallas que se cierran solamente ante el veneno y el puñal de la crueldad.

martes, 1 de junio de 2010

CARMEN MONTALBÁN EN LA FLOTILLA DE LA LIBERTAD

Estaba yo, hoy, dispuesta a leer poesía, pero cayó en mis manos el periódico de ayer; vi algo sobre la Flotilla de la Libertad, que iba rumbo a la franja de Gaza con 10.000 toneladas de ayuda humanitaria y, con este afán mío de entrar en lo que leo, me declaré activista y embarqué (mentalmente) en uno de los seis barcos, junto a las otras seiscientas personas, o más, que iban de verdad. Estaba contenta con la compañía: filósofos, profesores de Derecho Internacional, escritores, periodistas, médicos, miembros de ONGs… Todos ellos, gente solidaria. Creo que había entre nosotros incluso un premio Nobel de la Paz. Yo estaba contenta con los objetivos: llevar lo que en Gaza tanta falta hacía; cosas que Israel no permite entrar ─alimentos, medicinas, equipos médicos, casas prefabricadas, y un montón de buena voluntad─. Navegaba aún por aguas internacionales cuando, a las cuatro de la madrugada, ya no me sentí dentro de un periódico; sino, en una historia de piratas. Los piratas eran los soldados del ejército israelí, que (eso sí, ateniéndose a las reglas de la piratería y del terrorismo de estado) saltaron ─¡al abordaje!─ sobre un barco con bandera de Turquía (es decir, un país miembro de la OTAN). Vi los cinco barcos de guerra que rodeaban nuestra flotilla civil; vi sus zodiacs; vi las banderas blancas de nuestros tripulantes y sentí, silbando junto a mis orejas, los disparos que lanzaban los soldados israelíes. Podían haberse esperado a que llegáramos a puerto para detenernos sin matar a nadie y con cierta legalidad, pero debe de gustarles el recochineo; el “A mí ni te acercas”. Al parecer, estábamos en guerra (esa guerra permanente en la que vive Palestina y en la que apenas podemos mirar). Aquí, sí; aquí, alcé la vista al cielo, vi soldados descolgarse por las cuerdas, desde los helicópteros, y levanté un brazo para protegerme la cabeza. Reconozco que estaba armada: tenía en la mano este bolígrafo. Y, poco más o menos, así iban armados los demás: con un cuchillo, con un tenedor, con un tirachinas, con el mango de una fregona… los que dormían, con sueños. Es decir, que los pobres soldados israelíes, se sintieron amenazadísimos. La seguridad del mejor ejército del mundo por los suelos, ¡vaya! Ya vemos los vídeos… que han filmado ellos. ¡Cuánto mamporrazo! Nueve murieron. Todos de nuestro bando; es decir, de los que íbamos en son de paz (eso no se ve en ninguno de sus vídeos… ¿Qué?, ¿se acabó la pila o es que el cámara era algo inexperto?). En fin, que tuvieron que secuestrarnos. Nos llevaron a su país por la fuerza y nos hicieron firmar que habíamos entrado ilegales… a los que firmamos… Los demás siguen encarcelados.

¿Y ahora?, ¿apelamos a los derechos humanos? ¡Para qué!; al parecer, Israel tiene más derechos que todos los humanos juntos. Y el apoyo de Estados Unidos, para colmo. ¡A ver quién le sopla! ¡A ver quién les mete en la cabeza que hay una justicia internacional estándar! Desde luego, hemos puesto en un aprieto a nuestros gobiernos. Más de 30 países había representados en nuestra Flotilla de la Libertad; pero, ¡a ver quién le dice a Israel “Niño malo. Niño mimado. No mates a la gente así, en masa, que te doy en el culo”! Una palabrita dicha antes de tiempo ─o sea, es decir, dicha─, y Estados Unidos nos llamará hipócritas. ¡Es que mira que somos liantes y provocadores! Por nuestra avaricia de ir a exigirles a los israelíes derechos humanos, les hemos puesto en la coyuntura de tener que cometer una masacre. Y, ahora, para colmo, les hemos causado una pequeña crisis diplomática. ¿No podíamos habernos quitado de líos entregándole al ejército israelí, causante del bloqueo, la ayuda humanitaria? ¿No habrían usado de la misma forma el papel higiénico ellos que los refugiados… perdón, que los encerrados de Gaza?
En fin, que me estoy poniendo de mal genio; y, como ante todo me siento pacifista (de corazón deseo que nadie sea tan fácil de “provocar” como ellos), voy a salir de este periódico a navegar un rato de verdad, a ver si se me pasa. Israel, rey del mar, ¿me das permiso?